Testimonio de un hijo adoptivo ya adulto

lunes, 26 de mayo de 2008

El pelo negro y rizado de Pablo Lazaro Ricra, nos hace recordar a Diego Maradona en sus buenos tiempos y más aún, si lo vemos en acción detrás de la pelota y en una cancha de fútbol. Sus dotes deportistas, lo llevaron a formar parte del Club juvenil de Werder Bremen y ser considerado como un jugador con talento. El siente, que en momentos cuando practica deporte, corre por su venas sangre peruana como torrente de energía latina. Pablo Lazaro, ha nacido en Wayllay-Perú. Su madre abandonó el hogar después de su nacimiento, pasando de inmediato a un orfanato. Ahora que él se ha convertido en padre, no puede entender, este acto, que decidió su destino.

Esta es una historia real, el testimonio de Pablo Lazaro, peruano de nacimento y criado por una familia alemana:


“Llegué al orfanato La Misión Suiza en Huariaca, el mismo día de mi nacimiento, donde fuí atendido por Helga Reuhl, alemana y vedada de tener hijos biológicos, quien junto con su esposo, trabajaban en la misión. Entre Helga y yo, se desarrolló un vínculo especial, yo la consideraba mi madre y ella, casi sin quererlo, empezó a verme como su hijo. Poco después llegó una niña huérfana, llamada Patricia y con ella éramos, los más pequeños del grupo y los “predilectos” de Helga. Nos atendía con amor y paciencia. Esto, no estaba bien visto por los directores de esta institución. Según las reglas dadas, no se debía mostrar preferencias, entre lo niños. Así que la pareja alemana reciibió la orden de traslado a Lima.

Con mis pocos años, volvía a perder a mi madre, por segunda vez"

Cuando nació la hija de Pablo, él estaba seguro que ella recibiría una vida feliz, al lado de sus padres. Las cosas transcurrieron de otra manera a las planeadas, ya que poco después se divorció. Sin embargo, trata de ocuparse de Inka Julisa, su primogénita, cada vez que puede. Pablo, hace una pausa y recuerda, que sucedieron situaciones, que quedaron marcadas en su vida. El sabe por experiencia propia, que los malos recuerdos en la inocencia de la niñez, no se borran jamás, pués el mismo vivió pasajes dolorosos a temprana edad, que los cuenta con cierta amargura:



“Mientras Helga y Gehard Reuhl se encontraban en Lima, el orfanato me comunicó, que tenía que empacar, pués iba a visitar a mi familia. Lo que yo no sabía, era que regresaba a Wayllay, de vuelta con mi famillia. Los primeros días, los pasé con mi abuela paterna. Luego me trasladaron, a casa de mi padre, al cual recién conocía y quien tenía dos niños y cuya esposa, no me aceptaba. Una noche, mi padre me despertó, caminamos toda la noche, viajamos en tren, a veces tenía él que llevarme en brazos, pues con mis 4 años, un viaje así, era muy duro. Aún recuerdo con temor aquella caminata, a través de los Andes, a cinco mil metros de altura. De regreso al orfanato, me sentía desorientado, extañaba a mi “madre” Helga, no lograba comprender los continuos cambios. Cuando la pareja Reuhl, se enteró de lo que me había pasado, llegó al orfanato, y pidió la custodia para mi y Patricia, llevándonos a Lima, a un lugar agradable en pleno corazón de Monterrico”




Pablo, recuerda con alegría los días al lado de su madre Helga, quien desde ese momento, trató a los niños, como sus propios hijos. La pareja enfrentó una serie de trámites y papeles, para obtener la custodia de los niños. La misión los despidió del trabajo, debido a este comportamiento.

En 1978 los Reuhl con sus hijos, Pablo Lazaro, y Patricia Gomez Jirón arriban a Alemanía. En el corazón de Pablo, anidan sublimes recuerdos, al lado de sus padres alemanes, nunca los vió como adoptivos. Al fin y al cabo, Helga fué la madre que lo antendió desde su primer día de vida. Helga decidió, que Pablo, conservaría su nombre y apellido peruanos, para que alguna vez, pudiera dárselo a sus futuros hijos.

Cuando Pablo tenía 25 años de edad, Helga murió. El impacto que esto le causó, dejó un vacío en su alma. Èl, ahora siente que es una lástima, que Helga no haya llegado a conocer a su hija Inka Julisa, que hoy tiene 5 años de edad. A la pregunta, de en qué momentos la recuerda en especial, responde:



“Después de cada discusión, clásica de hijo y madre, ella me repetía, que yo era lo que ella más quería y que deseaba, siempre protegerme, y yo me sentía feliz de ser su hijo y me consideraba con suerte, de tenerla como madre. Para mí, no ha significado nunca, un problema hablar de mi adopción, tal vez, ella con su ternura, me dió seguridad. Nuestra relación fué especial y siempre he sentido que he tenido una sóla madre, MI MADRE ALEMANA. Ella ocupará siempre un lugar especial en el mar de mis recuerdos”



Con 18 años, recuerda que le llegó un comunicado del consulado peruano: él debía, como peruano aún, cumplir con el servicio militar. Él se negó rotundamente, tenía temor de viajar a un país, que le era ya desconocido y en donde además, según las noticias de aquellos tiempos, azotaba el terrorismo. De una cosa estaba seguro, si visitaba Perú sería con un pasaporte alemán. Ahora tiene ese pasaporte y también los deseos de realizar un viaje a su lugar de origen; al lado de Inka Julisa. Dentro de esos planes, no está, el querer conocer a su madre biológica, simplemente rechaza la idea.



La razón por la que siempre se sintió alemán, fué porque dentro de su familia alemana, no tuvo oportunidad de conocer a compatriotas peruanos. Por el momento está aprendiendo español y desde hace dos años, reside en el norte de Alemania, en un bonito pueblo llamado Kirchlinteln y su hija ocupa buena parte de su tiempo libre. Últimamente desea establecer contacto con peruanos. Cuando ve partidos de fútbol, de equipos con jugadores peruanos, se siente solidario y apoya a éstos y se divierte cuando le dicen que puede pasar como el “doble” de Maradona.



Un agradecimiento especial a Pedro Lazaro Ricra, por habernos hablado de sus sentimientos y del camino que recorrió, desde su primer día de vida, de la mano de su madre alemana “Helga”, a quién el vé como su única madre.



Responsable de la traducción al español, recopilación de datos y redacción de Judith Sanders.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Que hermosa historia, soy madre adoptiva mi hijo tiene 7 años y de origen peruano como el mio pero vivimos en españa junto a mi esposo Catalan desde hace 12 años, siempre me he preguntado cuando mi hijo busque su origen, por ahora le cuento "La historia del amor" Una historia donde él fué quien nos eligio como padres.. ya que nosotros deseabamos tener un hijo por eso fuimos a aquella casa hogar con tantos niños...
El es enormemente feliz conoce su procedencia y siente pertenencia a un origen ya que siempre me dice soy peruano como tu mamá... ahora estamos en el tramite de nuestra segunda adopción e iremos todos juntos a Perú a vivir este hermoso proceso estoy segura que le ayudará mucho a enteder su historia.