Posible causa de transtornos de aprendizaje y conducta

viernes, 30 de mayo de 2008

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http://www.sccalp.org/boletin/197/BolPediatr2006_46_200-203.pdf

Historia de vuelta a los orígenes

miércoles, 28 de mayo de 2008

Testimonios: Mamá Jacinta
escrito por Judith Sanders
sábado, 12 de mayo de 2007
Johann Bauer se identifica con pasaporte alemán, sin embargo, sus rasgos físicos, delatan su origen andino. Johann, ya no recuerda, el día que su madre en Perú, decidió darlo en adopción. Él ha tenido una familia, que le ha brindado una niñez feliz. Sin embargo, nos cuenta que siempre sintió la rara sensación, que su madre peruana, lo esperaba. Cuando alcanzó la mayoria de edad, tomó un vuelo que lo llevaría a vivir, como el dice, su “segundo nacimiento”, cuando conoció a su madre, y a sus 10 hermano peruanos...
Johan acaba de cumplir 24 años, tiene una mirada tímida, que se acentúa con sus negros ojos aguileños. Cuando llega a un lugar de habla hispana, se dirigen a él, hablándole en español, un idioma que ha empezado a aprender, cuando decidió cruzar el Atlántico en busca de su madre. Con ayuda de sus padres adoptivos, se comunicó con el convento, que hizo de intermediario para su adopción y las monjas no dudaron un instante, en brindarle ayuda, despolvaron actas, recorrieron pueblos y dieron con Jacinta Chuquillanqui Llauca.



Habían pasado muchos años, desde el día, en que Jacinta tuvo que entregar a “mejores manos” a su bebé, apoyada por estas religiosas. Jacinta relata, que cuando vió en Diciembre del 2003 a una monja en la puerta de su casa, sintió que había recuperado a su hijo:

La situación económica de aquellos tiempos era dura, lo que ganaba, no bastaba para alimentar a mis hijos. Esperaba mi octavo hijo y en lugar de sentirme feliz como toda madre, que espera un bebé, yo sentía preocupación. No tenía trabajo, lavaba ropa en un hotel, y la paga no cubría ni para el alquiler. Cuando nació Baltazar (Johann), tuve la visita de unas monjitas, quienes sabían de mi situación y me propusieron entregarles el niño, para darlo en adopción a una pareja que no podía tener hijos. Lloré mucho, pensaba que Dios me castigaría, pero también empecé a pensar que tal vez, mi Baltazar, gozaría de una mejor vida y precisamente, eso era lo que yo no le podía ofrecer. Con esta propuesta, su destino sería diferente al mío, aunque lejos de su familia.



Johann, se crió en el norte de Alemania, sin contacto alguno con el país que lo vió nacer. Cuando su madre adoptiva, Gudrun, viajó a Perú en 1983, había perdido las esperanzas de un embarazo y hasta ese entonces nunca había pensado en una adopción, como alternativa. En Perú, Gudrun visitó a una amiga de su madre, que como monja, había decidido hace muchos años, dejar Alemania y dedicarse a servir a Dios en un convento andino. En conversaciones, ella le confió a la monja la razón, por la que ella no podía tener hijos. La monja, le informó, de la situación de muchos niños que necesitan de una familia y que si había pensado, como alternativa, en la adopción. Gudrun Bauer, volvió a soñar, como tantas veces lo había hecho. Tener un niño en los brazos y considerarlo suyo, había siempre sido su deseo. Ella y su esposo no pudieron conciliar el sueño, aquella noche de gran decisión.

Alargaron su estadía en Perú y las monjas del convento empezaron a ver los casos más necesitados del pueblo. Gudrun, tenía sentimientos encontrados, por un lado se sentía feliz, por otro, pensaba que era un sueño y muchas veces sintió estar cometiendo un acto criminal:



Cuando viajé a Perú, no lo hize con el propósito de adoptar un niño y nunca pensé, que iba a regresar con un precioso bebé en brazos, mi bebé. Llamé a mi madre, tenía ciertos temores de que la idea no sea apoyada o tal vez, no deseaba ser juzgada. Mi madre, adoptó en aquel instante, su posición de abuela. Esto me reconfortó mucho. Tomó un vuelo y llegó a Perú días después. Mientras yo esperaba, imaginándome como iba a ser mi bebé, puedo asegurar, que fué, como una espera de embarazo. Si, así me sentí. El día, que ví a Johann por primera vez, estaba envuelto en una colorida manta, dormía placidamente y pensé, que nunca había visto en mi vida, un ser más bello que ese. Tuve temor de tomarlo en mis brazos y me rechazó, con sus dos meses de vida. Pero cuando lo arrullé en mi regazo, pensé ver una sonrisa en él y desde aquel instante, sentí, que era una persona realizada, que no me faltaba nada en la vida para ser feliz. Johann, ha sido mi felicidad, la luz en mis días oscuros. Con esa sonrisa, olvidé todas esas heridas, que tenía mi alma, hechas en el cruel camino hacia la busqueda de la maternidad.



Cuando Johann tenía 5 años, empezó a preguntar, porque él era fisicamente diferente a sus padres. A lo que le explicaron, que era un niño adoptado. Para él, fué un tema sin problemas, hasta que llegó a la adolescencia. Tenía miedo herir a su madre adoptiva, si le confesaba que deseaba conocer a su madre biológica. Un invierno, Johann se encontraba con sus padres de vacaciones, esquiando, como todos los inviernos, en los alpes austriacos. Mientras desayunaban, Gudrun preguntó: - ¿Johann, desearías conocer a tu madre?- Esta pregunta fué un golpe para el chico, que según nos cuenta, lo deseaba en secreto:



Cuando mi madre Gudrun, me preguntó, si deseaba conocer a mi madre biológica, pensé espontáneamente en mentir y decirle que no, pues tenía miedo lastimarla y herir a la persona que había hecho de mí, un niño feliz. Siempre que miro hacia el horizonte del pasado, me recuerdo cogido de su mano. Pero me dí valor y le dije que sí y cambié de tema. Mi madre Gudrun, es la persona que mejor me conoce; esa noche me confió que ella también quería conocer, a tan valiente mujer que por amor a su niño, había renunciado a él. Esas palabras, hicieron que admirara más a mi madre biológica.



Gudrun y Johann llegaron a Perú en enero del 2004. Ambos se sentían nerviosos. Para Jacinta, el encuentro con su hijo, significaba, estar perdonada por el destino. Ese día habían llegado todos sus hijos y esperaban con gran algarabía, la llegada de Baltazar, la familia volvía a completarse. Jacinta, al ver entrar a Baltazar, lloró pidiéndole perdón y nos cuenta:

Cuando Baltazar cruzó el umbral de mi casa, recordé el momento en que lo entregué, creo que hasta pensé que no había cambiado. Era, pues, mi bebé, el que tenía al frente. Después de unos minutos, pensé, que era alto, buen mozo, elegante. Tuve miedo, a los reproches, a que no comprendiera porque lo entregé, que me ví obligada a darlo en adopción. Desde ese día, hemos permanecido en contacto, nos envía fotos, nos llama por teléfono, y ahora ya habla español. Soy una mujer afortunada, pues he recuperado a mi hijo, por fín terminaron las noches, en que no podía conciliar el sueño, preguntándome dónde está.

Johann Bauer, se considera un hombre con suerte. No reprocha, tampoco se siente defraudado. Ha tenido la suerte de crecer con una madre, que lo consideró, el hijo que ella siempre quiso tener y también la suerte de haber conocido a su madre biológica. Él reside en Alemania, y a la pregunta, de si se consideraba peruano o alemán, responde:

Me consideré un alemán toda la vida, hasta el día que conocí mis raíces, desde ese día, siempre respondo que soy peruano, en realidad, siempre lo he sido, pero ahora lo soy de corazón



Un agradecimiento especial a Johann Bauer (Baltazar), su madre adoptiva, Gudrun Bauer y su madre biológica, Jacinta Chuquillanqui Llauca (desde Perú) por habernos confiado su conmovedora historia, que está dedicada a nuestros lectores, por este día tan especial “el dia de la Madre”.





Responsable de la traducción al español, recopilación de datos y redacción de Judith Sanders.

Testimonio de un hijo adoptivo ya adulto

lunes, 26 de mayo de 2008

El pelo negro y rizado de Pablo Lazaro Ricra, nos hace recordar a Diego Maradona en sus buenos tiempos y más aún, si lo vemos en acción detrás de la pelota y en una cancha de fútbol. Sus dotes deportistas, lo llevaron a formar parte del Club juvenil de Werder Bremen y ser considerado como un jugador con talento. El siente, que en momentos cuando practica deporte, corre por su venas sangre peruana como torrente de energía latina. Pablo Lazaro, ha nacido en Wayllay-Perú. Su madre abandonó el hogar después de su nacimiento, pasando de inmediato a un orfanato. Ahora que él se ha convertido en padre, no puede entender, este acto, que decidió su destino.

Esta es una historia real, el testimonio de Pablo Lazaro, peruano de nacimento y criado por una familia alemana:


“Llegué al orfanato La Misión Suiza en Huariaca, el mismo día de mi nacimiento, donde fuí atendido por Helga Reuhl, alemana y vedada de tener hijos biológicos, quien junto con su esposo, trabajaban en la misión. Entre Helga y yo, se desarrolló un vínculo especial, yo la consideraba mi madre y ella, casi sin quererlo, empezó a verme como su hijo. Poco después llegó una niña huérfana, llamada Patricia y con ella éramos, los más pequeños del grupo y los “predilectos” de Helga. Nos atendía con amor y paciencia. Esto, no estaba bien visto por los directores de esta institución. Según las reglas dadas, no se debía mostrar preferencias, entre lo niños. Así que la pareja alemana reciibió la orden de traslado a Lima.

Con mis pocos años, volvía a perder a mi madre, por segunda vez"

Cuando nació la hija de Pablo, él estaba seguro que ella recibiría una vida feliz, al lado de sus padres. Las cosas transcurrieron de otra manera a las planeadas, ya que poco después se divorció. Sin embargo, trata de ocuparse de Inka Julisa, su primogénita, cada vez que puede. Pablo, hace una pausa y recuerda, que sucedieron situaciones, que quedaron marcadas en su vida. El sabe por experiencia propia, que los malos recuerdos en la inocencia de la niñez, no se borran jamás, pués el mismo vivió pasajes dolorosos a temprana edad, que los cuenta con cierta amargura:



“Mientras Helga y Gehard Reuhl se encontraban en Lima, el orfanato me comunicó, que tenía que empacar, pués iba a visitar a mi familia. Lo que yo no sabía, era que regresaba a Wayllay, de vuelta con mi famillia. Los primeros días, los pasé con mi abuela paterna. Luego me trasladaron, a casa de mi padre, al cual recién conocía y quien tenía dos niños y cuya esposa, no me aceptaba. Una noche, mi padre me despertó, caminamos toda la noche, viajamos en tren, a veces tenía él que llevarme en brazos, pues con mis 4 años, un viaje así, era muy duro. Aún recuerdo con temor aquella caminata, a través de los Andes, a cinco mil metros de altura. De regreso al orfanato, me sentía desorientado, extañaba a mi “madre” Helga, no lograba comprender los continuos cambios. Cuando la pareja Reuhl, se enteró de lo que me había pasado, llegó al orfanato, y pidió la custodia para mi y Patricia, llevándonos a Lima, a un lugar agradable en pleno corazón de Monterrico”




Pablo, recuerda con alegría los días al lado de su madre Helga, quien desde ese momento, trató a los niños, como sus propios hijos. La pareja enfrentó una serie de trámites y papeles, para obtener la custodia de los niños. La misión los despidió del trabajo, debido a este comportamiento.

En 1978 los Reuhl con sus hijos, Pablo Lazaro, y Patricia Gomez Jirón arriban a Alemanía. En el corazón de Pablo, anidan sublimes recuerdos, al lado de sus padres alemanes, nunca los vió como adoptivos. Al fin y al cabo, Helga fué la madre que lo antendió desde su primer día de vida. Helga decidió, que Pablo, conservaría su nombre y apellido peruanos, para que alguna vez, pudiera dárselo a sus futuros hijos.

Cuando Pablo tenía 25 años de edad, Helga murió. El impacto que esto le causó, dejó un vacío en su alma. Èl, ahora siente que es una lástima, que Helga no haya llegado a conocer a su hija Inka Julisa, que hoy tiene 5 años de edad. A la pregunta, de en qué momentos la recuerda en especial, responde:



“Después de cada discusión, clásica de hijo y madre, ella me repetía, que yo era lo que ella más quería y que deseaba, siempre protegerme, y yo me sentía feliz de ser su hijo y me consideraba con suerte, de tenerla como madre. Para mí, no ha significado nunca, un problema hablar de mi adopción, tal vez, ella con su ternura, me dió seguridad. Nuestra relación fué especial y siempre he sentido que he tenido una sóla madre, MI MADRE ALEMANA. Ella ocupará siempre un lugar especial en el mar de mis recuerdos”



Con 18 años, recuerda que le llegó un comunicado del consulado peruano: él debía, como peruano aún, cumplir con el servicio militar. Él se negó rotundamente, tenía temor de viajar a un país, que le era ya desconocido y en donde además, según las noticias de aquellos tiempos, azotaba el terrorismo. De una cosa estaba seguro, si visitaba Perú sería con un pasaporte alemán. Ahora tiene ese pasaporte y también los deseos de realizar un viaje a su lugar de origen; al lado de Inka Julisa. Dentro de esos planes, no está, el querer conocer a su madre biológica, simplemente rechaza la idea.



La razón por la que siempre se sintió alemán, fué porque dentro de su familia alemana, no tuvo oportunidad de conocer a compatriotas peruanos. Por el momento está aprendiendo español y desde hace dos años, reside en el norte de Alemania, en un bonito pueblo llamado Kirchlinteln y su hija ocupa buena parte de su tiempo libre. Últimamente desea establecer contacto con peruanos. Cuando ve partidos de fútbol, de equipos con jugadores peruanos, se siente solidario y apoya a éstos y se divierte cuando le dicen que puede pasar como el “doble” de Maradona.



Un agradecimiento especial a Pedro Lazaro Ricra, por habernos hablado de sus sentimientos y del camino que recorrió, desde su primer día de vida, de la mano de su madre alemana “Helga”, a quién el vé como su única madre.



Responsable de la traducción al español, recopilación de datos y redacción de Judith Sanders.

Como manejar una rabieta

sábado, 24 de mayo de 2008

Una rabieta o berrinche es una forma inmadura de expresar ira o enojo. Aunque usted tenga un carácter muy dulce y sereno, su hijo probablemente tendrá algunas rabietas. Trate de enseñarle que las rabietas no dan resultado, y que no le harán cambiar de opinión a usted. Para los 3 años de edad, puede empezar a enseñarle a su hijo a expresar sus sentimientos con palabras ("Estás enojado porque..."). Debemos enseñar a los niños que el enojo es normal, pero que debe ser manifestado en la forma apropiada. Cuando los niños llegan a la edad escolar, las rabietas deben ser raras. En la adolescencia, puede recordarle a su hijo que explotar produce una mala impresión y que contar hasta 10 puede ayudarle a recuperar el control.

En lo que se refiere a las rabietas existe una verdad casi universal: La rabieta no sucede si no hay un público que reaccione ante ella. El siguiente video demuestra claramente este punto.




¿Qué debo hacer cuando mi hijo tiene una rabieta?

En general, elogie a su hijo cuando logra dominarse, cuando expresa su enojo con palabras y se muestra dispuesto a cooperar. Sea un buen ejemplo para él manteniendo la calma, sin gritar ni tener rabietas de adulto. Evite pegarle, porque esto le sugiere a su hijo que usted ha perdido el control. Trate de usar las siguientes respuestas a los diferentes tipos de rabietas:

1. Apoye y estimule al niño que tiene rabietas por frustración o fatiga.

A menudo, los niños tienen rabietas cuando se sienten frustrados consigo mismos. Pueden estar frustrados porque no consiguen armar algo. Los niños pequeños pueden estar frustrados porque sus padres no entienden lo que ellos dicen. Los niños mayores pueden estar frustrados a causa de su incapacidad para hacer su tarea escolar.

En estas ocasiones, su hijo necesita estímulo y un padre que lo escuche. Con un brazo apoyado sobre sus hombros, dígale algo que demuestre comprensión, tal como: "Sé que es difícil, pero vas a mejorar. ¿Puedo hacer algo para ayudarte?" Elógiele también por no darse por vencido. Algunas de estas rabietas pueden ser prevenidas haciendo que su hijo se concentre en cosas que puede hacer bien.

Los niños tienden a tener más rabietas cuando están cansados (por ejemplo, cuando no han dormido la siesta), porque son menos capaces de hacer frente a las situaciones frustrantes. En estas ocasiones, haga que su hijo se acueste. El hambre puede contribuir a las rabietas. Si sospecha esto, déle un bocadillo. Las rabietas también aumentan durante una enfermedad.

2. No haga caso a las rabietas motivadas por el deseo de llamar la atención o exigir algo.

Los niños pequeños pueden tener rabietas para salirse con la suya. Tal vez quieran salir con usted, en vez de quedarse con la niñera (babysitter), quieran un dulce, quieran vaciar la gaveta de un mueble o quieran salir a jugar afuera cuando hay mal tiempo. En las rabietas para llamar la atención el niño puede gemir, llorar, golpear el piso o la puerta, cerrar una puerta con violencia, o contener la respiración. Mientras su hijo permanezca en un solo lugar y su comportamiento no sea destructivo, usted puede dejarlo tranquilo.

Si usted reconoce que un evento en particular va a hacer que su hijo pierda los estribos, trate de desviar su atención hacia alguna otra cosa. Sin embargo, no ceda ante las demandas de su hijo. Durante la rabieta, si el comportamiento del niño es inofensivo, ignórelo por completo. Una vez que ha empezado, una rabieta rara vez puede ser interrumpida. Aléjese, incluso yendo a otro cuarto para que el niño ya no tenga quien le escuche. No trate de razonar con su hijo. Simplemente dígale: "Veo que estás muy enojado. Te dejaré solo hasta que te calmes. Hazme saber si quieres hablar". Deje que el niño recupere el control. Después de la rabieta, asuma una actitud amistosa y trate de normalizar las cosas. Usted puede prevenir algunas de estas rabietas diciendo "No" con menos frecuencia.

3. Mueva físicamente al niño que tiene una rabieta porque no quiere o evita hacer algo.

Si su hijo se niega a hacer algo sin importancia (tal como tomar un bocadillo o descansar en la cama), deje pasar este comportamiento antes de que empiece una rabieta. Sin embargo, si su hijo debe hacer algo importante, tal como acostarse a dormir o ir a la guardería, usted no debe dejar que la rabieta le permita evitar eso.

Algunas de estas rabietas pueden ser prevenidas dándole a su hijo una advertencia con 5 minutos de anticipación, en vez de pedirle de repente que deje inmediatamente de hacer lo que está haciendo. Una vez que la rabieta ha empezado, deje que su hijo siga con ella durante 2 ó 3 minutos. Trate de expresar con palabras el descontento del niño: "Tú quieres seguir jugando, pero es hora de dormir". Luego, llévelo a donde tiene que ir (por ejemplo, a la cama), ayudándole tanto como sea necesario (incluso llevándolo en brazos).

4. Para las rabietas de tipo perturbador o destructivo, utilice suspensiones temporales.

Algunas veces las rabietas son demasiado perturbadoras o agresivas para que los padres las pasen por alto. En esas ocasiones, mande o lleve al niño a su cuarto para que permanezca allí durante 2 a 5 minutos. Algunos ejemplos de comportamiento perturbador son los siguientes:

* El niño se cuelga de usted o le sigue de un lado a otro durante la rabieta.
* Su hijo le golpea a usted.
* Su hijo llora y grita durante tanto tiempo que usted se siente exasperada.
* El niño tiene una rabieta en un lugar público, tal como un restaurante o la iglesia. (Lleve al niño a otro sitio para su suspensión temporal. Los derechos de las demás personas deben ser protegidos.)
* Su hijo arroja algún objeto o causa daños materiales durante la rabieta.
5. Sujete al niño cuando tenga rabietas en las que podría causar daño o lastimarse.

Si su hijo ha perdido totalmente el control y grita desatinadamente, usted podría sujetarlo. Perder el control probablemente atemoriza al niño. Sujételo también cuando tenga rabietas durante las cuales podría lastimarse (como cuando se arroja violentamente hacia atrás).

Tome al niño en sus brazos, dígale que usted sabe que está enojado y muéstrele, con su ejemplo, la manera de dominarse. Téngalo en brazos hasta sentir que empieza a relajarse. Esto generalmente requiere de 1 a 3 minutos. Luego, suéltelo. Esta respuesta reconfortante raras veces es necesaria después de los 3 años de edad.

Algunos niños no quieren ser consolados. Tome a su hijo en brazos solamente si esto sirve de algo. Si el niño le dice "Vete", aléjese. Después que pasa la rabieta, a menudo el niño querrá que se lo tenga brevemente en brazos. Esta es una buena manera de reincorporarlo a las actividades de la familia.

¿Cuándo debo llamar a un profesional?

Llame a un profesional durante el horario normal si:
* Su hijo se lastima o lastima a otros durante sus rabietas.
* Las rabietas ocurren cinco o más veces al día.
* Las rabietas ocurren también en la escuela.
* Su hijo tiene varios otros problemas de comportamiento.
* Uno de los padres tiene episodios de rabietas o gritos y no los puede detener.
* Este enfoque no produce una mejoría durante 2 semanas.
* Usted tiene otras preguntas o inquietudes.

¿Qué debo hacer cuando mi hijo tiene una rabieta?

En general, elogie a su hijo cuando logra dominarse, cuando expresa su enojo con palabras y se muestra dispuesto a cooperar. Sea un buen ejemplo para él manteniendo la calma, sin gritar ni tener rabietas de adulto. Evite pegarle, porque esto le sugiere a su hijo que usted ha perdido el control. Trate de usar las siguientes respuestas a los diferentes tipos de rabietas:

1. Apoye y estimule al niño que tiene rabietas por frustración o fatiga.

A menudo, los niños tienen rabietas cuando se sienten frustrados consigo mismos. Pueden estar frustrados porque no consiguen armar algo. Los niños pequeños pueden estar frustrados porque sus padres no entienden lo que ellos dicen. Los niños mayores pueden estar frustrados a causa de su incapacidad para hacer su tarea escolar.

En estas ocasiones, su hijo necesita estímulo y un padre que lo escuche. Con un brazo apoyado sobre sus hombros, dígale algo que demuestre comprensión, tal como: "Sé que es difícil, pero vas a mejorar. ¿Puedo hacer algo para ayudarte?" Elógiele también por no darse por vencido. Algunas de estas rabietas pueden ser prevenidas haciendo que su hijo se concentre en cosas que puede hacer bien.

Los niños tienden a tener más rabietas cuando están cansados (por ejemplo, cuando no han dormido la siesta), porque son menos capaces de hacer frente a las situaciones frustrantes. En estas ocasiones, haga que su hijo se acueste. El hambre puede contribuir a las rabietas. Si sospecha esto, déle un bocadillo. Las rabietas también aumentan durante una enfermedad.

2. No haga caso a las rabietas motivadas por el deseo de llamar la atención o exigir algo.

Los niños pequeños pueden tener rabietas para salirse con la suya. Tal vez quieran salir con usted, en vez de quedarse con la niñera (babysitter), quieran un dulce, quieran vaciar la gaveta de un mueble o quieran salir a jugar afuera cuando hay mal tiempo. En las rabietas para llamar la atención el niño puede gemir, llorar, golpear el piso o la puerta, cerrar una puerta con violencia, o contener la respiración. Mientras su hijo permanezca en un solo lugar y su comportamiento no sea destructivo, usted puede dejarlo tranquilo.

Si usted reconoce que un evento en particular va a hacer que su hijo pierda los estribos, trate de desviar su atención hacia alguna otra cosa. Sin embargo, no ceda ante las demandas de su hijo. Durante la rabieta, si el comportamiento del niño es inofensivo, ignórelo por completo. Una vez que ha empezado, una rabieta rara vez puede ser interrumpida. Aléjese, incluso yendo a otro cuarto para que el niño ya no tenga quien le escuche. No trate de razonar con su hijo. Simplemente dígale: "Veo que estás muy enojado. Te dejaré solo hasta que te calmes. Hazme saber si quieres hablar". Deje que el niño recupere el control. Después de la rabieta, asuma una actitud amistosa y trate de normalizar las cosas. Usted puede prevenir algunas de estas rabietas diciendo "No" con menos frecuencia.

3. Mueva físicamente al niño que tiene una rabieta porque no quiere o evita hacer algo.

Si su hijo se niega a hacer algo sin importancia (tal como tomar un bocadillo o descansar en la cama), deje pasar este comportamiento antes de que empiece una rabieta. Sin embargo, si su hijo debe hacer algo importante, tal como acostarse a dormir o ir a la guardería, usted no debe dejar que la rabieta le permita evitar eso.

Algunas de estas rabietas pueden ser prevenidas dándole a su hijo una advertencia con 5 minutos de anticipación, en vez de pedirle de repente que deje inmediatamente de hacer lo que está haciendo. Una vez que la rabieta ha empezado, deje que su hijo siga con ella durante 2 ó 3 minutos. Trate de expresar con palabras el descontento del niño: "Tú quieres seguir jugando, pero es hora de dormir". Luego, llévelo a donde tiene que ir (por ejemplo, a la cama), ayudándole tanto como sea necesario (incluso llevándolo en brazos).

4. Para las rabietas de tipo perturbador o destructivo, utilice suspensiones temporales.

Algunas veces las rabietas son demasiado perturbadoras o agresivas para que los padres las pasen por alto. En esas ocasiones, mande o lleve al niño a su cuarto para que permanezca allí durante 2 a 5 minutos. Algunos ejemplos de comportamiento perturbador son los siguientes:

* El niño se cuelga de usted o le sigue de un lado a otro durante la rabieta.
* Su hijo le golpea a usted.
* Su hijo llora y grita durante tanto tiempo que usted se siente exasperada.
* El niño tiene una rabieta en un lugar público, tal como un restaurante o la iglesia. (Lleve al niño a otro sitio para su suspensión temporal. Los derechos de las demás personas deben ser protegidos.)
* Su hijo arroja algún objeto o causa daños materiales durante la rabieta.
5. Sujete al niño cuando tenga rabietas en las que podría causar daño o lastimarse.

Si su hijo ha perdido totalmente el control y grita desatinadamente, usted podría sujetarlo. Perder el control probablemente atemoriza al niño. Sujételo también cuando tenga rabietas durante las cuales podría lastimarse (como cuando se arroja violentamente hacia atrás).

Tome al niño en sus brazos, dígale que usted sabe que está enojado y muéstrele, con su ejemplo, la manera de dominarse. Téngalo en brazos hasta sentir que empieza a relajarse. Esto generalmente requiere de 1 a 3 minutos. Luego, suéltelo. Esta respuesta reconfortante raras veces es necesaria después de los 3 años de edad.

Algunos niños no quieren ser consolados. Tome a su hijo en brazos solamente si esto sirve de algo. Si el niño le dice "Vete", aléjese. Después que pasa la rabieta, a menudo el niño querrá que se lo tenga brevemente en brazos. Esta es una buena manera de reincorporarlo a las actividades de la familia.

¿Cuándo debo llamar a un profesional?

Llame a un profesional durante el horario normal si:
* Su hijo se lastima o lastima a otros durante sus rabietas.
* Las rabietas ocurren cinco o más veces al día.
* Las rabietas ocurren también en la escuela.
* Su hijo tiene varios otros problemas de comportamiento.
* Uno de los padres tiene episodios de rabietas o gritos y no los puede detener.
* Este enfoque no produce una mejoría durante 2 semanas.
* Usted tiene otras preguntas o inquietudes.

El marasmo

jueves, 22 de mayo de 2008

El marasmo, es una enfermedad defectiva-emocional, que afecta a los niños que están imposibilitados de entablar una relación objetal, en caso de no ser tomado a tiempo (poder retomar la función materno-afectiva) el niño muere, esto sucede después de un periodo progresivo de deterioro psico-físico, en donde el niño deposita toda su agresividad en sí mismo, al no poder colocarla afuera.
Veamos como a partir del siglo 18 se empieza a hablar de niños con desaferentación social. Se reconoce el termino aferencia, como aquellos estímulos que provienen del exterior y que le permiten al niño la organización de la personalidad. Los problemas planteados por estos niños están dados por la carencia de afectos y de aferencias sociales y sensoriales, con un compromiso del comportamiento y de regresiones esfinterianas.
Así lo comprobó Federico II emperador (1195-1256), cuando realizo una experiencia poniendo al cuidado de 30 niños algunas criadas, ordenándoles que no hablasen con ellos, ni los estimulen afectivamente, al no poder vivir sin los afectos la gran mayoría no llegaron a vivir 3 años y murieron sin la adquisición del habla.
A fines del siglo pasado y principio de este, se incorporaron nuevos conceptos, unos hablaban de la influencia de los factores psicológicos en trastornos de niños hospitalizados, denominándolos niños atróficos, y otorgándole el termino "hospitalismo" a la falta de cuidados maternos. Freud los define como niños sin familia. Bowlby en 1951, habla de que la privación prolongada de cuidados maternos como desencadenante fundamental del delincuente. Davis es el que llega a la conclusión que dicha enfermedad no es demostrativa en niños mayores de 2 años.

Así podemos presenciar, los trastornos de carencia afectiva. Privar al infante, en el primer año de vida, de las relaciones de objeto es un factor dañino de importancia que lleva grandes perturbaciones emocionales.
Cuando privamos a los infantes de sus relaciones con las madres sin ofrecerles un sustituto adecuado, que el niño pueda aceptar, le privamos de suministros libidinales. En el caso de "Privación parcial", obtienen ese suministro insuficientemente, la incoherencia de las actitudes de los padres desorganiza la regulación del tono y no le permite al niño crearse actitudes de orientación estable, lo que lleva a la inseguridad, fuente de angustia, de inhibición, de timidez, o de oposición.
La turbación postural y el bloqueo tónico con manifestaciones de malestar, de ansiedad y miedo, son provocadas por los cambios bruscos y repetidos en el marco de la vida y el carácter impersonal y neutro de los cuidadores recibidos. Por otro lado la privación de los intercambios afectivos personalizados reduce las posibilidades para desarrollar sus expresiones mímicas, sus actitudes de comunicación, la comprensión de situaciones y la conciencia por consiguiente, que podría adquirir de sí mismo y de los otros. Así podemos observar como las consecuencias pueden ser graves para el conjunto del desarrollo funcional.
Aquí nombramos algunas de las características del lactante en los primeros tres meses de vida, sometido a una "Privación emocional parcial":
" 1° mes: son llorones, exigentes
" 2° mes: se cambia el llanto por chillidos, pierden peso y hay estacionamiento del desarrollo.
" 3° mes: hay rechazo de contacto, tienen la posición de boca abajo en la cama, insomnio, siguen perdiendo peso, tienden a contraer enfermedades, retraso motor, y rigidez de expresión facial.
Después del tercer mes se fija la rigidez facial, ya no lloran y se manifiestan mediante gemidos extraños, si en este periodo hasta el quinto mes se restituye la función materna, se revierte la situación emocional del niño.
A la privación emocional parcial se la denomina Depresión Anaclítica, y para que esta se produzca es necesario que el niño haya tenido buenas relaciones con la madre anteriormente.

Cuando hay una carencia total afectiva, estamos hablando de "Trastornos de privación emocional completa.", Por ejemplo, los niños que son entregados a un orfanato, que son puestos a los cuidados de niñeras (previo destete), que atienden a 10 niños a la vez dándole solo los cuidados básicos (higiene y alimento), sobrevino primero una depresión anaclítica y después del tercer mes se acentuó el retraso motor, la pasividad total, el rostro sin expresión, sin coordinación ocular, el nivel mental como el de un idiota, 45% de la capacidad normal.
El retraso motor les imposibilita darse vuelta en la cama, los que llegan a alrededor de los tres o cuatro años, no hablan, no se pueden poner de pie y generalmente no caminan.
El porcentaje de mortalidad es alto, el deterioro es progresivo en proporción a la cantidad de tiempo de carencia, detiene el desarrollo de la personalidad, por no tener relaciones objetales (relación con el otro, primeramente con su madre) el niño no puede descargar los impulsos agresivos y los deposita en sí mismo (no asimila la comida) se ven situaciones autoagresivas.
Spitz hace un estudio comparativo entre los niños de un orfanato, y los nacidos en una cárcel de mujeres, la característica fundamental fue que los niños cuyas madres eran reclusas tenían dificultades parciales afectivas, sin llegar al marasmo que podían ser revertido por la situación de contacto con la madre, no así con los niños del orfelinato que sufrían una atención despersonalizada y con los requerimientos básicos.
La situación más critica en el niño se da entre los 8-18 meses, en la fase de la organización de los impulsos y su dominio bajo el gobierno del yo por medio de reacciones objetales, es el mas critico y vulnerable desde el punto de vista de la perdida del objeto.
No olvidemos que la naturaleza de las instituciones culturales establece los limites en que pueda desarrollarse las relaciones objetales. A su vez, las relaciones adultas determinaran la naturaleza de las actitudes y de las instituciones culturales que regulan toda relación interpersonal, entre otras la relación madre-hijo. Esto lleva a establecer un proceso social circular. En nuestra sociedad occidental esta sometida cambios relativamente bruscos de las condiciones sociales como consecuencia de modificaciones económicas, ideológicas, etc. Estas transformaciones impuestas arbitrariamente, varían el cuadro de relaciones madre-hijo. A lo largo de los últimos tres siglos sufrimos la decadencia de la autoridad patriarcal y la deserción materna (la consecuencia de la industrialización de la producción, con su ideología correspondiente, que implica la separación de la madre de su familia, obligándola a trabajar en la fábrica.), que al combinarse, han traído la rápida descomposición de la familia de nuestra sociedad occidental.

Este tema nos indica que los desordenes en la formación de las primeras relaciones objetales tiene probablemente como consecuencias trastornos graves en la capacidad de crear una personalidad en el adolescente y en el adulto.
Más adelante estos enfermos serán incapaces de alcanzar relaciones que nunca tuvieron, o de establecer una relación en un plano mas elevado, como el de la identificación, porque nunca supieron crear la relación más elemental, la relación con el objeto, con la madre.
Privados del alimento afectivo al que tenían derecho, solo podrán recurrir al único camino que les queda, a la violencia, a la destrucción del orden social que son victimas, a destruirse ellos mismos. De lactantes sin cariño se convertirán en adultos llenos de odio.

Producción Periodística - María Victoria Masi

El apego

martes, 20 de mayo de 2008

por Pía Vernengo

Definición

El comportamiento de apego se define como toda conducta por la cual un individuo mantiene o busca proximidad con otra persona considerada como más fuerte. Se caracteriza también por la tendencia a utilizar al cuidador principal como una base segura, desde la cual explorar los entornos desconocidos, y hacia la cual retornar como refugio en momentos de alarma.
La amenaza de pérdida despierta ansiedad, y la pérdida ocasiona pena, tristeza, rabia e ira. El mantenimiento de estos vínculos de apego es considerado como una fuente de seguridad que permite tolerar esos sentimientos. El apego es claramente observable en la preocupación intensa que los niños pequeños muestran, con respecto a la localización exacta de las figuras parentales, cuando se encuentran en entornos poco familiares.

Origen, historia y desarrollo del concepto

Según John Bowlby, gran exponente y fundador de la teoría del apego, existe una necesidad humana universal para formar vínculos afectivos estrechos.
Bowlby se interesó en el tema a partir de la observación de las diferentes perturbaciones emocionales en niños separados de sus familias. Sus investigaciones lo llevaron a sostener que la necesidad de entablar vínculos estables con los cuidadores o personas significativas es una necesidad primaria en la especie humana. Tomó aportes de diversas disciplinas. Su contacto con los trabajos de Lorenz sobre la conducta instintiva de patos y gansos en 1951, fue clave. A partir de las observaciones de primates no humanos, se evidencia que el comportamiento de apego se da en las crías de casi todas las especies de mamíferos. La regla general es el mantenimiento de la proximidad por parte de un animal inmaduro a un adulto preferido, casi siempre la madre. Tal comportamiento, según los etólogos, tiene gran valor para la supervivencia, ya que brinda protección contra los depredadores. Para Bowlby, es concebido como una clase particular de comportamiento, distinto del nutricio y del sexual. Centrado en estos estudios, entre 1969 y 1980 desarrolló la teoría de apego y pérdida.
El punto central de la teoría está dado en la postulación de una relación causal entre las experiencias de un individuo con las figuras significativas (los padres generalmente), y su posterior capacidad para establecer vínculos afectivos. Nociones como ansiedad de separación y disposición básica del ser humano ante la amenaza de pérdida, tienen especial relevancia.
Sus observaciones de situaciones de separación prolongada, le permitieron clasificar la reacción de los niños en sucesivas etapas: 1) etapa inicial de protesta, caracterizada por una preocupación marcada acerca de la ubicación de la figura de apego, que se expresaba en llamadas esperanzadas y llanto. 2) Al cabo de unos días, los niños que continuaban separados atravesaban una fase de desesperación; aparentemente todavía preocupados por el progenitor perdido; mostraban llanto débil y paulatinamente más desesperanza. 3) Etapa de desapego: con el transcurrir del tiempo los niños se volvían apáticos y retiraban todo interés aparente por el entorno. Comenzaban, igualmente, a fijarse en el entorno inmediato, incluyendo las enfermeras y los otros niños. Los niños que llegaban a este estado, ignoraban y evitaban activamente la figura de apego primaria al llegar el momento de un eventual reencuentro, y algunos parecían no poder recordarla.
La teoría incluye conceptos del psicoanálisis, tales como el de medio ambiente facilitador de Winnicott. También incorporó conceptos de la psicología cognitiva; en el sentido que el individuo desarrolla dentro de sí modelos prácticos que representan rasgos del mundo y de sí. Buscaba así diferenciarse de conceptos como "objeto interiorizado", al que consideraba ambiguo. Sostenía que la modalidad de apego influye tanto en la forma de vincularse, como en los tipos de pensamientos, sentimientos y recuerdos.
En el desarrollo de la personalidad se consideran dos tipos de influencias: el primero se relaciona con la presencia o ausencia de una figura confiable quien proporciona la base segura al niño; y el segundo se refiere a la capacidad del individuo de reconocer cuando otra persona es digna de confianza (factores internos). Un buen apego incluye dos aspectos: base segura y exploración. La principal variable se concentra sobre la capacidad de los padres para proporcionar al niño una base segura, y la de animarlo a explorar a partir de ellos.
El ser humano no nace con la capacidad de regular sus reacciones emocionales. Necesita de un sistema regulador diádico, en el que las señales del niño sobre sus estados sean entendidas y respondidas por sus figuras significativas, lo que le permitirá alcanzar así la regulación de esos estados. Sus experiencias pasadas con la madre, por ejemplo, son incorporadas en sus modelos representacionales, a los cuales Bowlby (1973) denominó Modelos de Funcionamiento Interno (internal working models).
En esta teoría, un concepto clave es el de sistema conductual, el cual supone una organización homeostática para asegurar que una determinada medida se mantenga dentro de límites adecuados. Es decir, la conducta de apego se organiza por medio de un sistema de control, análogo a los sistemas de control fisiológico que mantienen dentro de ciertos limites las medidas fisiológicas (como la presión sanguínea). Así, el sistema de control del apego mantiene el equilibrio entre cercanía-distancia respecto de la figura de apego.
El sistema de apego, cuyo objetivo es la experiencia de seguridad, es un regulador de la experiencia emocional. Para Bowlby, la presencia de un sistema de control del apego y su conexión con los modelos operantes del sí mismo, modelos de funcionamiento interno, y de las figuras de apego, constituyen características centrales del funcionamiento de la personalidad.
La salud estará relacionada con la capacidad del individuo de reconocer figuras adecuadas para darle una base segura, y su capacidad para colaborar en el establecimiento de una relación mutuamente gratificante.
Los trabajos de Mary Ainsworth (1978) tuvieron un papel central en el desarrollo de la investigación del apego. Sus observaciones e investigaciones sobre la interacción entre la madre y el infante en los hogares de Kampala, Uganda, y de Baltimore, Maryland, le permitieron diseñar el procedimiento de laboratorio conocido como la situación extraña, donde se observaban las respuestas del infante frente a separaciones muy breves de uno de los padres, y sus posteriores reuniones. Identificó así tres patrones organizados de respuestas infantiles: seguro, ansioso/evitativo, y ansioso/resistente (ambivalente), los cuales se relacionan con diferentes tipos de apego.
El apego seguro se caracteriza porque aparece ansiedad frente a la separación, y reaseguramiento al volver a encontrarse con la madre. Supone un modelo de funcionamiento interno de confianza en el cuidador. El apego ansioso/evitativo muestra poca ansiedad durante la separación y un claro desinterés en el posterior reencuentro con la madre; se relaciona con una desconfianza en la disponibilidad del cuidador. En la categoría ansioso/resistente, el niño muestra ansiedad de separación, pero no se tranquiliza al reunirse con la madre. Son niños que muestran limitada exploración y juego, tienden a ser altamente perturbados por la separación, y tienen dificultad en reponerse después. La presencia de la madre y sus intentos de calmarlo fracasan en reasegurarlo, y la ansiedad del infante y la rabia parecen impedir que obtengan alivio con la proximidad de la madre.
Se encontró que la organización segura guardaba relación con la sensibilidad de la madre a las señales del infante, mientras que las dos formas de organización de apego inseguro/indiferente-evitativo y el abiertamente ansioso ambivalente/resistente estaban relacionadas, respectivamente, con rechazo materno y falta de predictibilidad de la madre.
Para Bowlby, los patrones de apego se mantienen a lo largo del tiempo, es decir que los "modelos de funcionamiento interno" del self y de los otros proveen prototipos para todas las relaciones ulteriores, siendo relativamente estables a lo largo del ciclo vital.
Los trabajos de Mary Main (1985) se ocuparon posteriormente en correlacionar la conducta del niño en la Situación Extraña con el discurso de los padres. Desarrolló mediciones y construcciones teóricas, basándose en las narrativas de padres y madres sobre sus experiencias relacionales. Main describió tres tipos de apego del adulto: seguro/autónomo, inseguro/desentendido (despreocupado) e inseguro/preocupado. La clasificación del apego se basó en la cualidad de los relatos parentales, dando más importancia a los patrones de pensamiento, recuerdos y relatos acerca de relaciones pasadas, que a sus contenidos específicos. Mientras que las personas clasificadas como seguras integran coherentemente sus recuerdos en una narración con sentido, las personas inseguras presentan dificultades en integrar las memorias de las experiencias con el significado de las mismas; y los desentendidos tienden a negar recuerdos, idealizando o minimizándolos.
Poniendo el énfasis en el concepto de Bowlby de "modelos internos de funcionamiento" de las figuras de apego, Main estableció que la adquisición de la capacidad de mentalizar es parte de un proceso intersubjetivo entre el infante y sus figuras significativas. Éstos pueden facilitar la creación de modelos mentalizantes. Un cuidador reflexivo incrementa la probabilidad del apego seguro del niño, el cual, a su vez, facilita el desarrollo de la capacidad de mentalizar. Es decir, considera que la armonía en la relación madre-niño contribuye a la emergencia del pensamiento simbólico.
En la Entrevista de Apego del Adulto (AAI), elaborada por Main, se busca, sobre todo, clasificar el estado mental del sujeto en cuanto a sus vínculos. Los resultados han mostrado que la calidad de la descripción narrativa de una madre sobre sus propias experiencias de apego temprano está fuertemente asociada con la clasificación de apego de su hijo.
Esto dio pie a numerosas investigaciones. Entre ellas, las de Peter Fonagy, quien ha centrado sus investigaciones y desarrollos en la relación entre apego seguro y capacidad de mentalización o función reflexiva. Fonagy describe la mentalización como la capacidad para la representación mental del funcionamiento psicológico del self y del otro, en términos de estados mentales. Diversas investigaciones empíricas han correlacionado un apego seguro con la función reflexiva, o sea, que es necesaria la presencia de una figura parental que pueda pensar sobre la experiencia mental del niño.
Para Fonagy (1998), la función reflexiva es un logro intrapsíquico e interpersonal, la cual surge en el contexto de una relación de apego seguro. El reconocimiento materno de los deseos del niño, de sus sentimientos e intenciones, le permitirá luego a éste dar sentido a los propios sentimientos y conductas, así como a las de los otros. Es de esta forma que se logra regular la propia experiencia afectiva y se llega a conocer lo que ocurre en la mente de los otros. La capacidad de una madre para la función reflexiva guarda relación con su capacidad para regular, modular y simbolizar la experiencia afectiva, lo cual le permitirá a su vez contener y vincularse con la expresión afectiva de su hijo. Los fallos maternos en delimitar y contener la experiencia afectiva del niño acarrean en éste fallas de regulación e integración, que tienen consecuencias en la formación de su self.
El apego seguro incrementa el desarrollo de la seguridad interna, de la autovalía y de la autonomía.

Teoría del apego y psicoanálisis


La intención de Bowlby fue desarrollar una variante de la teoría de las relaciones objetales. En su momento, tanto los discípulos de Melanie Klein como los de Anna Freud lo criticaron pues consideraban su teoría como no dinámica y reduccionista por privilegiar los aspectos evolutivos a los simbólicos.

Tanto el psicoanálisis como la teoría del apego sostienen que la sensibilidad materna desempeña un papel decisivo en el desarrollo de la psique. Algunas de las diferencias fueron señaladas por el mismo Bowlby. Entre éstas, la importancia que él le da al entorno familiar-extraño. La teoría del apego subraya el papel del ambiente en el origen de enfermedades mentales. Encontramos como pieza fundamental el papel desempañado por los progenitores o cuidadores. Estos planteos coinciden con las teorizaciones de varios autores como Winnicott y Bion acerca de la función materna. Encontramos similitudes con otros conceptos como madre suficientemente buena (Winnicott), dependencia madura (Fairbain), introyección de objeto bueno (Klein), confianza básica (Erikson).
R. Spitz (1965) realizó grandes aportes acerca de las consecuencias de la deprivación materna (depresión anaclítica y marasmo), en sus estudios sobre el primer año de vida, basados en la observación directa de infantes.
También cobran interés en esta línea los conceptos de instinto de aferramiento y de unidad dual, elaborados ya en los años cuarenta por Imre Hermann, discípulo de Ferenczi, los cuales hacen referencia a la relación madre-hijo y a su papel en la estructuración psíquica, en los primeros tiempos de la vida.
Para Bowlby, la tendencia a vincularse a otro es primaria, y no una pulsión secundaria, constituida a partir de la satisfacción de las necesidades orales. Las teorías más tradicionales sostienen que un niño entabla una relación estrecha con su madre porque ésta lo alimenta. También busca diferenciarse, al sustituir los conceptos de dependencia por los de apego, confianza y autoconfianza, ya que considera que el término "dependencia" tiene connotación negativa, y está más ligado al objeto.
Quizás las mayores diferencias con los enfoques más tradicionales del psicoanálisis estribe en que Bowlby no tomó los conceptos de etapas psicosexuales y de fijación, utilizando conceptos tales como sistema de control y vía evolutiva, términos éstos más comunes en las ciencias biológicas. Y además se apoyó en los conceptos de la teoría de la mente (de la psicología cognitiva) con el propósito de aportar precisión a los procesos internos descriptos por el psicoanálisis.
La teoría del apego ha seguido una tradición próxima a la psicología experimental, lo que ha llevado quizás a marcar cierta diferencia en la construcción de las conceptualizaciones. Ya que no es hecho a partir de la reconstrucción retrospectiva con un paciente, sino a través de la observación directa de niños en determinadas situaciones. Esto quizás ha contribuido en la impresión de que los teóricos del apego consideran las categorías de apego sin tener en cuenta los procesos psíquicos que subyacen a dichos comportamientos. Por partir de la observación de la conducta, algunos teóricos lo han emparentado con el conductismo. Bowlby considera que la inclusión de modelos de representación del sí mismo y de las figuras de apego, los cuales implican modelos de funcionamiento interno, semejantes a los postulados por la teoría psicoanalítica, diferencia claramente esta teoría del conductismo.
Stern (1990), en sus investigaciones y desarrollos en primera infancia, ha tomado los aportes de la teoría del apego poniendo énfasis principalmente en que el apego constituye también un modo de ver la experiencia subjetiva del infante en relación con un modelo de vínculo con la madre, acentuando en sus conceptualizaciones el sentido subjetivo del sí mismo como principio organizador del desarrollo.

La clínica desde la teoría del apego


La clínica desde esta teoría apunta a que el paciente revise sus experiencias de apego, buscando en primer lugar detectar el patrón típico de apego del paciente, cómo se relaciona en general y con el terapeuta. Se examinan también los sucesos importantes de su vida, sobre todo las separaciones y los encuentros, los duelos.

Bowlby clasifica las funciones del analista de la siguiente manera:

- Proporcionar una base segura a partir de la cual el paciente pueda explorarse a sí mismo y sus relaciones. Es decir, establecer un vínculo confiable.

- Realizar con el paciente las exploraciones sobre sus relaciones interpersonales.

- Señalar la manera en que éste tiende a "construir" sus sentimientos, sus expectativas en los vínculos, predicciones y consecuencias de las mismas.

- Relacionar sus modos de vincularse, incluso con el terapeuta, con experiencia de la vida real que tuvo con figuras de apego, y así arrojar comprensión sobre sus relaciones actuales.

- En la práctica, todas estas funciones se realizan simultáneamente.

El vínculo terapeuta-paciente, como confiable, tiene un papel central en el proceso terapéutico. Bowlby considera que la actitud empática del terapeuta puede producir modificaciones en los Modelos de Funcionamiento Interno. El objetivo central es ayudar a revisar al paciente los modelos representacionales de sí mismo y de sus figuras de apego, los cuales rigen actualmente sus percepciones, predicciones y actos.
Esto es concordante con gran parte de los objetivos terapéuticos psicoanalíticos. Se puede decir que, en cierta forma, analizar los patrones de apego va ligado a un análisis de la transferencia, ya que los modelos de apego se reflejarán en ésta.
El análisis minucioso sobre los primeros años de vida aportado por los teóricos del apego ha sido de gran valor a los clínicos, tanto en el trabajo con niños como con adultos. En las últimas décadas, diversos autores se han dedicado a reflejar los puntos en común y de enriquecimiento entre los conceptos psicoanalíticos básicos y la teoría del apego.
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El objeto transicional es un objeto material en el cual un niño o niña (generalmente entre los 3-4 y 12 meses de edad) deposita un apego, es por ejemplo un muñeco de peluche o un trapo (como en el caso del amigo de Charlie Brown) que tiene funciones psicológicas importantes, sobre todo al pretender dormir, cuando se esta sólo o en otros momentos, como el hastío. Funge como un objeto que suple ciertas funciones de la madre cuando ésta está ausente. Constituye una fuente de placer y de seguridad para el niño o niña que suele apretarlo, tenerlo cerca y hablarle. Permite al infante constituir un área intermedia entre el mismo y otra persona o entre el mismo y la realidad. El objeto transicional es a la vez objetivo y subjetivo, objetivo por que se constituye sobre un objeto real, subjetivo por que se le dan y atribuyen funciones en el campo de la imaginación. El objeto transicional marca un limite entre la locura y la cordura, en la mente del niño o la niña. Esta noción fue introducida por el psicoanalista Winnicott y sigue siendo de gran utilidad clínica en nuestros días.

ÓRTESIS PARA CORREGIR MALFORMACIONES CRANEALES EN BEBÉS

domingo, 18 de mayo de 2008

Uno de cada tres recién nacidos sufre en España algún tipo de deformidad craneal, muchas veces causadas durante el parto (especialmente cuando se usan fórceps). Sin embargo en otras ocasiones las malformaciones asimétricas del cráneo -muy maleable en los lactantes- se producen por las posturas reiteradas que adopta el bebé a la hora de descansar. Afortunadamente si se tratan a tiempo estas anomalías -que achatan o abomban distintas partes del cráneo- se pueden corregir en pocos meses mediante ejercicios o, en casos más acentuados, con órtesis craneales en forma de casco. Sin que quede secuela alguna. Aunque lo más inteligente es prevenir el problema haciendo que el bebé, al descansar o dormir, apoye su cabecita en una almohada poco alta, de tejido natural e hipoalergénico, lo más blanda posible y que transpire. Antes de que comience el problema e, incluso, después de manifestarse.
En 1992 la Asociación Americana de Pediatría (APA) con objeto de prevenir -con éxito, como se ha demostrado- el síndrome de muerte súbita del lactante puso en marcha una campaña en la que aconsejaba que los bebés durmieran siempre en decúbito supino o lateral, es decir, boca arriba o de lado y no en decúbito prono o boca abajo. Desde entonces en todos los países en los que se ha implantado esta recomendación se ha reducido hasta en un 50% el número de fallecimientos por ese síndrome... pero se ha multiplicado de forma exponencial la incidencia de malformaciones craneales en los recién nacidos y lactantes. Las más frecuentes son la plagiocefalia, la braquicefalia y la escafocefalia, asimetrías del cráneo que pueden producirse durante el embarazo o el parto por muy distintos factores -incluido el encajamiento o la mala praxis médica en el momento de nacer- pero que en el 95% de los casos se debe a que, atendiendo a las indicaciones de la APA, el bebé siempre descansa o duerme apoyando el peso de su cabeza sobre la parte posterior o lateral de su maleable cráneo lo que termina deformándolo.Afortunadamente estas asimetrías craneales no provocan dolor ni daños cerebrales aunque algunos estudios las relacionan con trastornos del lenguaje y de aprendizaje, déficit de atención y retrasos en la psicomotricidad -entre otros síntomas- en niños en edad escolar que no recibieron el tratamiento adecuado durante los primeros meses de vida. Eso sí, si el diagnóstico es precoz y el tratamiento intensivo esas anomalías craneales que tanto preocupan y asustan a los padres tienen una fácil solución sin dejar secuela alguna.

CABEZA OBLICUA

"Ponle a dormir boca arriba". Tal es el nombre de la campaña ya mencionada puesta en marcha por la APA en 1992 y que fue trasladada a España en el 2000. Gracias a ella los más de 6.000 fallecimientos de bebés que se producían cada año en Estados Unidos quedaron reducidos a la mitad en muy poco tiempo y en nuestro país, según la Asociación Española de Pediatría, el síndrome de muerte súbita del lactante sólo afecta ya a 1 de cada 1.000 bebés sanos. De ahí que la de decúbito supino sea la posición recomendada por las asociaciones de Pediatría de todo el mundo.Sin embargo, la contrapartida negativa de tan exitosa recomendación es el hecho de que desde que se implantara en Estados Unidos al menos 1 de cada 60 niños nacidos sanos desarrolla algún tipo de anomalía craneofacial como consecuencia directa de la presión constante en la parte posterior del cráneo por descansar y dormir permanentemente boca arriba.Si la posición de confort del pequeño -aquella en la que duerme o permanece un mayor número de horas ya sea para pasear en el cochecito, ir en brazos de sus padres, etc.- es boca arriba con la mirada dirigida hacia el techo puede producirse una braquicefalia cuya incidencia ha aumentado en los últimos años y que es fácil de apreciar visualmente incluso por ojos no expertos porque toda la parte de atrás de la cabeza está completamente aplanada. Por otro lado, si el bebé duerme con la cabeza reposando siempre sobre la zona temporo-parietal -es decir, con la cabeza completamente de lado- puede desarrollar una deformación craneal conocida como escafocefalia que se caracteriza por una cabeza alargada y estrecha. Es menos habitual pero tiene un índice muy elevado entre bebés nacidos prematuramente y que han de pasar semanas en incubadoras prácticamente inmóviles por los distintos aparatos que se les coloca para controlar su adecuada evolución.Otra opción es que si la cabeza del niño permanece mucho tiempo en decúbito supino girada en ángulo de 45º y apoyada sobre uno de los lados podría producirse el aplanamiento de la región parieto-occipital del lado que más utiliza, el desplazamiento hacia delante de la oreja y el abombamiento del frontal ipsilateral. En este caso el diagnóstico será plagiocefalia -etimológicamente "cabeza oblicua"- que tiene una incidencia del 12% entre los bebés que nacen en nuestro país (algunas fuentes mantienen que ese porcentaje se elevaría al 33% si se tuvieran en cuenta los casos leves) y es la más común de las anomalías craneales. De hecho en España supone el 80% del total de los casos de deformidad craneal que se diagnostican. De ahí que, en este texto, nos vayamos a centrar en ella.Pues bien, el doctor Alberto Panero, pediatra del Centro de Salud Dr. Granero Vicedo (Alcorcón, Madrid) y especialista en la materia, es autor -junto con los también pediatras Ángel Hernández y Mª Jesús Dorado y el ATS César García- de uno de los pocos estudios llevados a cabo en España sobre la plagiocefalia. Y en él se puede leer que la plagiocefalia debida a moldeamiento posicional tiene una incidencia de al menos 1 de cada 300 lactantes. "Durante el periodo de estudio [1995-1998] -narran en el informe publicado en la revista Pediatría de Atención Primaria de octubre/diciembre de 1999- se detectaron 22 casos de un total de 186 recién nacidos lo que da una incidencia del 11,8%". Y más adelante se añade: "El 73% dormía en posición de decúbito supino y el 27 en decúbito lateral; ninguno lo hacía en prono". Luego explica que la edad media de los bebés era de 2,6 meses y, por término medio, la resolución se produjo a los 11,4 meses. Y concluyen así su informe: "La plagiocefalia de origen postural es relativamente frecuente desde que se aconseja la posición supina para el sueño del lactante [de hecho, el propio doctor Panero afirma que en el desempeño de su labor médica no se le había presentado ningún caso de esta malformación hasta que empezó a aconsejar a los padres la posición supina para dormir a sus bebés]. Puede diagnosticarse precozmente en los primeros meses de vida y su evolución hacia la resolución es rápida con cambios posturales frecuentes. Por lo tanto sería conveniente aconsejar cambios posturales frecuentes a los lactantes sanos y, sobre todo, a aquellos que tengan una tendencia marcada a la desviación de la cabeza aunque sigan durmiendo en decúbito supino o lateral". Ya en otras publicaciones el doctor Panero hace una autocrítica cuando afirma: "Lo malo es que existe un gran desconocimiento sobre este tema entre mis colegas. Incluso, lo que es más grave aún, mantienen una negativa rotunda a concederle relevancia médica".La verdad es que resulta llamativo que muchos pediatras sigan considerándolo "un problema meramente estético que se cura espontáneamente con el tiempo". Por otro lado, de lo que también se tiene cada vez mayor evidencia es de que las causas de la plagiocefalia son múltiples y muy distintas. Se cree, principalmente, que puede deberse a un cierre prematuro de las suturas coronal o lamboidea del cráneo o a causas meramente mecánicas de tipo compresivo o restrictivo. En este último caso la deformidad del cráneo puede presentarse antes del nacimiento -especialmente en niños que han sufrido restricciones de espacio en el útero porque el embarazo fuera múltiple, porque la madre padeciera miomas uterinos, porque hubiera déficit o exceso de líquido amniótico, etc.-, durante el alumbramiento -en casos de parto difícil o prolongado, en niños prematuros, en los que se han presentado de nalgas, en los que han estado encajados o han sido sacados con ayuda mecánica, etc.- o durante los primeros meses de vida por permanecer el bebé siempre en la misma posición de descanso y sueño y, por tanto, presionando durante estos periodos -largos en el caso de los recién nacidos- los mismos puntos del cráneo. Pero, ¡ojo!, porque esa posición constante que adopta el bebé puede ser por preferencia o porque sufra una tortícolis muscular congénita que le "obliga" a adoptarla. Tortícolis -que también habrá que tratar convenientemente- que suele deberse a un acortamiento asimétrico de la longitud de los músculos del cuello, especialmente del esternocleidomastoideo, que provoca que el bebé tienda a inclinar la cabeza hacia el músculo afectado por lo que se apoya constantemente en la zona occipital del cráneo. En caso de que el bebé padezca tortícolis la posibilidad de que desarrolle una plagiocefalia posicional asciende al 75%.

LA IMPORTANCIA DE UN DIAGNÓSTICO PRECOZ

En fin, es tal la importancia de una diagnosis temprana que el doctor Joan Pinyot -jefe del servicio de Cirugía Pediátrica del Hospital de Sabadell (Barcelona) y experto en el tema- afirma en la página web www.plagiocefalia.com que "ya desde la sala de partos y en la primera visita pediátrica los pediatras debemos aconsejar algo tan elemental como es en qué posición debe dormir el bebé y cómo se debe alternar el decúbito hacia uno y otro lado para evitar la plagiocefalia y otras deformidades".Por eso si se observa cualquier asimetría en el cráneo del recién nacido -por pequeña que sea- lo adecuado sería acudir de inmediato al pediatra. Si se hace así la experiencia demuestra que en los casos de plagiocefalia leve y sin tortícolis asociada la deformidad craneal del bebé de entre 0 y 3 meses se puede corregir con técnicas de reposicionamiento en apenas unas semanas o meses. Técnicas, por otro lado, que muchos pediatras aconsejan se empleen desde el mismo momento del nacimiento para evitar que se establezca la preferencia del recién nacido por una postura concreta. Consiste básicamente en cambiar con regularidad la posición en la que el bebé duerme o permanece recostado para impedir que un mismo lado de la cabeza esté siempre apoyado y pueda achatarse. Por ejemplo, estimulándole con sonidos, juguetes, luces, etc., o colocándole alternativamente en una posición u otra a la hora de dormir, cambiarle el pañal, darle el alimento, llevarle en brazos o en la sillita... Lo que se pretende es conseguir que el bebé apoye también la cabeza en su lado "no preferido". Estas técnicas, acompañadas de ejercicios de estiramiento del cuello si además el niño padece tortícolis, suelen resultar muy eficaces para normalizar la forma de la cabeza de niños menores de cuatro meses (vea una explicación más exhaustiva en el recuadro adjunto). Una vez corregida la deformidad ésta no tiene porqué volver a producirse. Eso sí, si el niño tiene más de esa edad o si la deformidad es moderada o severa puede que estos tratamientos no sean suficientes o ni siquiera funcionen. En esos casos, si no se observa una mejoría lo oportuno es visitar de nuevo al pediatra para que sea él quien prescriba una órtesis correctora craneal, un tratamiento ortopédico muy efectivo para mejorar -e, incluso, corregir- asimetrías severas.Tenga todo lo dicho en cuenta porque, contra de lo que siguen afirmando algunos profesionales de la Pediatría, estas deformidades no constituyen un mero problema estético.Trabajos recientes señalan que los niños que no han recibido tratamiento para su plagiocefalia presentan un aumento sensible de trastornos del lenguaje y de aprendizaje, problemas de comportamiento y déficit de atención, entre otros retrasos neurológicos de maduración que se ponen de manifiesto en la edad escolar. Pero es que ya en edad adulta esos mismos niños pueden manifestar problemas que van -según reconoce la propia APA- desde problemas psicológicos (por la persistencia de la asimetría en la tercera parte de los casos no tratados) a síntomas clínicos inespecíficos como la cefalea o problemas más serios como retrasos en la psicomotricidad, maloclusión dentaria, algún grado de sordera, estrabismo, dolores de la articulación temporo-mandibular, etc., que difícilmente se relacionan con la deformidad craneal que les acompaña desde los primeros meses de vida.

EL REMODELADO CRANEAL

Es más, en el pasado -por ignorancia- muchas deformidades craneales que no respondían a las técnicas de reposicionamiento se trataban con cirugía cuando ésta es innecesaria para corregir una asimetría postural. La experiencia ha demostrado que la ortopedia ofrece alternativas menos traumáticas y más efectivas. En este sentido la primera observación a nivel mundial de la eficacia del tratamiento ortopédico de la plagiocefalia postural se remonta a 1979 cuando el pediatra estadounidense Sterling K. Clarren trató ortopédicamente a cuatro lactantes que mejoraron de forma espectacular tras 2-3 meses de aplicación. En cambio, en otros seis niños a los que no se les colocó el casco los grados de asimetría craneofacial permanecieron invariables entre los 4 y 9 meses después de la evaluación inicial. Desde entonces los datos no han hecho sino confirmar la utilidad de este tratamiento ya que con el uso de la ortopedia craneal -en forma de bandas o cascos- se consiguen porcentajes de mejoría cercanos al 100% cuando el tratamiento se inicia entre los 4 y los 9 meses de vida del bebé, periodo en el que la estructura del cráneo es más maleable. Asimismo los expertos afirman que entre los 9 y los 12 meses el porcentaje de mejora sigue siendo elevado aunque no tan espectacular porque a partir del noveno mes el cráneo es más rígido, más grueso y crece más lentamente por lo que cuesta más remodelarlo. Entre el primer y segundo año el porcentaje se reduce al 50% o, incluso, menos. Es decir, que lo que se sabe es que la forma del cráneo mejora en todos los casos pero lo que no se sabe es hasta qué punto ya que el éxito no sólo depende de la adecuada edad de inicio del tratamiento ortésico sino de otras muchas variables que intervienen en el proceso como el grado de asimetría, el origen pre o postnatal de la misma, que se den varias deformidades, el grado de cumplimiento diario por parte de los padres -por ejemplo, de los ejercicios de estiramiento del cuello-, del uso constante de la órtesis a lo largo de todo el día y durante el tiempo necesario -es decir, tres o cuatro meses-, etc. Teniendo en cuenta todos estos factores la duración del tratamiento ortopédico puede ir desde los tres meses -en el caso de que el niño esté en su primer trimestre de vida y la deformidad sea moderada- a los 6 meses -si la malformación es severa- o a los 10 o más -si el bebé empieza el tratamiento cumplido el año-. En la mayoría de los bebés los cambios deseados en la forma de la cabeza empiezan a notarse a las dos o tres semanas de colocarse el casco siempre que el pequeño lo lleve puesto 23 horas diarias (sólo se le puede retirar durante una hora, momento que se aprovecharán para asear al niño y limpiar el propio casco). Eso sí, los resultados que se alcancen -incluso en casos de malformaciones moderadas y severas- serán definitivos y el bebé no volverá a sufrir deformidades cuando termine el tratamiento ortésico porque se habrá corregido la asimetría aprovechando el periodo de crecimiento de los huesos de su cráneo. Cabe añadir que estas órtesis craneales están pensadas para bebés mayores de tres meses que padezcan plagiocefalia, braquicefalia o escafocefalia pero están contraindicadas en casos de hidrocefalia (presencia de líquido en el cerebro) y craneosinostosis (sutura prematura de los huesos craneales).

ÓRTESIS ACTIVAS

Lo que el casco hace es aplicar simplemente una presión constante sobre las áreas prominentes del cráneo a fin de corregir ese crecimiento no natural y disponer espacios que permitan el desarrollo craneal normal en la forma y dirección adecuadas. Es decir, el casco básicamente ofrece un espacio restringido y redondo en el que la cabeza del niño puede crecer y desarrollarse de modo natural. No altera el crecimiento craneal, sólo remodela su dirección y su forma corrigiendo la deformidad. Es más, estas órtesis permiten que el bebé duerma en la posición que le resulte más cómoda sin que ya suponga riesgo porque elimina la presión que se ejercería sobre las zonas aplanadas evitando así que el problema se agrave.Obviamente desde el primer casco creado por el doctor Clarren hasta hoy se han desarrollado distintos aparatos ortopédicos para corregir este tipo de deformidades. Hoy hay órtesis de dos tipos. Las activas o dinámicas -son principalmente de fabricación norteamericana- y se adaptan a las necesidades concretas de cada paciente actuando sobre los puntos deformados o problemáticos del cráneo del bebé como ya hemos descrito. En España se colocan dos cascos ortopédicos de estas características: el DOCband -desde hace unos ocho años- y el STARband -cuya aplicación aquí es mucho más reciente-. En cuanto a las órtesis pasivas o estáticas son diseñadas en centros ortopédicos u hospitalarios. Aunque son mucho más económicos -su precio ronda los 800 euros mientras los primeros cuestan unos 1.800- su desventaja más evidente es que se trata de aparatos estandarizados, no adaptados ni adaptables a las necesidades progresivas específicas del bebé con deformidad craneal y, al menos en principio, los resultados que se obtienen con ellos no son tan espectaculares."La base de la ortopedia activa o dinámica -afirma el doctor Pinyot- consiste, por un lado, en la creación de espacios que permitan el crecimiento de las partes deprimidas aprovechando el potencial de crecimiento expansivo del cráneo y la cara del lactante y, por otro, en la contención ortopédica simultánea de las partes abombadas compensatorias".Precisamente el doctor Pinyot es el introductor en Europa del DOCband, la primera ortopedia que la FDA norteamericana autorizó para el tratamiento de la plagiocefalia. Desde 1986 -año de su creación por parte de una empresa estadounidense- se han tratado con ella más de 15.000 casos. A España llegó de la mano de este pediatra en 1998 y con su uso se han corregido las deformidades craneales de cientos de recién nacidos y lactantes a partir de los cuatro meses de vida. En concreto, se trata de una banda correctora que ejerce una fuerza de contención sobre los puntos más sobresalientes del cráneo al tiempo que deja espacios en su interior con el fin de permitir la reexpansión de las partes más hundidas de la cabeza. Ahora bien, para ello el bebé debe ser sometido a un riguroso y completo estudio antropométrico, hacer un molde de yeso de su cráneo y enviar éste a Estados Unidos para que se le fabrique una banda correctora a medida que se adapte a sus necesidades específicas y permita que, según vaya creciendo la cabeza, se puedan ir haciendo los ajustes oportunos para que el casco siga cumpliendo con su función correctora.Según el doctor con esta técnica se puede mejorar incluso a pacientes de hasta 2 años. "Los resultados estéticos -afirma- son generalmente excelentes con un buen remodelado de la bóveda craneal hundida y una realineación de la parte alta de la cara siendo el retroceso de la base del cráneo menos satisfactorio, en especial en los niños mayores. Con la ortopedia craneal se aporta un procedimiento que ofrece buenos resultados a los pacientes afectados por medio de un proceso no agresivo, cómodo y sin recidivas recuperando el aspecto estético en un plazo relativamente corto". En cuanto al STARband -actual líder mundial en el sector- es el tratamiento ortésico para remodelado craneal de bebés de más reciente implantación en España. Se trata, como en el caso anterior, de una órtesis ligera hecha con plástico flexible y espuma de polietileno adaptable al progresivo crecimiento de la cabeza del niño pero es la única órtesis craneal del mundo que cuenta con la tecnología de un escáner tridimensional para la toma de medidas del cráneo y para el control de la evolución del tratamiento. El proceso de escaneado dura dos segundos, arroja datos precisos y no resulta tan molesto para el bebé como la toma de medidas mediante un molde de yeso.El escáner consta de dos láseres a cada lado que generan un haz plano para hacer una línea de luz alrededor de la superficie del contorno craneal. Ocho pequeñas cámaras en su interior graban los datos que se obtienen al proyectar ese haz. Entonces el software del aparato procesa las imágenes tridimensionales que permiten estudiar centenares de variables y características útiles para la creación del casco específicamente adecuado para ese cráneo y, posteriormente, cuantificar y comparar los cambios que se producen en la forma del contorno de la cabeza.Lo que se hace con esos datos es enviarlos vía e-mail a Orthomerica, la empresa estadounidense que ha desarrollado esta tecnología, para que procese la información y haga una réplica del cráneo procediendo digitalmente a la fabricación del casco a medida. Todo el proceso dura apenas 4 días. Una vez colocada la órtesis serán el médico especialista y el ortopeda los que hagan el seguimiento periódico del bebé con el fin de ir haciendo sobre el casco los ajustes oportunos.Por lo que respecta a los resultados los pediatras que están recomendando esta órtesis -algunos de ellos de la Clínica Universitaria de Navarra donde están tomadas la mayoría de las fotografías que ilustran este texto- han establecido que, por término medio, la corrección de la deformidad se produce entre los 3 y 5 meses en niños que empiezan su tratamiento con este casco entre los 4 y los 7 meses de vida. En niños de mayor edad la duración de tratamiento también será mayor. Asimismo se ha observado que el tratamiento es plenamente efectivo si se inicia entre los 4 y los 14 meses. Una vez que el bebé ha superado los 14 meses existen posibilidades de conseguir una corrección aunque no será tan efectiva.Eso sí, los padres deberán ser rigurosos y constantes a la hora de seguir las pautas marcadas por el pediatra. Y, por supuesto, afrontar su coste porque no lo cubre la Seguridad Social. Recuerde en todo caso, como adelantamos en la entradilla de este texto, que lo más inteligente es prevenir el problema haciendo que el bebé, al descansar o dormir, apoye su cabecita en una almohada poco alta, de tejido natural e hipoalergénico, lo más blanda posible y que transpire. Antes de que comience el problema e, incluso, después de manifestarse.

Laura Jimeno

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Cómo saber si su bebé padece alguna deformidad craneal

La plagiocefalia -y las deformidades craneales en general- tienen varios grados que van de leve a severo. En muchos casos la asimetría es tan ligera que puede pasar desapercibida para los propios médicos. Éstas son algunas pistas -consensuadas por distintos profesionales de la Pediatría- que pueden ayudar a un diagnóstico más rápido. Acuda urgentemente a su pediatra si observa: -Aplastamiento de la parte de atrás de la cabeza en uno o los dos lados (plagiocefalia). -Cabeza larga y estrecha (escafocefalia).-Cabeza corta y ancha y achatamiento de toda la parte de atrás de la cabeza (braquicefalia). -Un lado de la frente está más crecido que el otro.-Una oreja está más adelantada que la otra.-Un ojo parece más grande que el otro.-La nariz parece desviarse para un lado.-Una mejilla está más abultada que la otra.-El bebé desvía la cabeza siempre para un mismo lado (por padecer tortícolis).-El bebé no puede mover la cabeza hacia un lado (tortícolis).

Recomendaciones

Distintas asociaciones de profesionales de la Pediatría y foros de afectados por estas deformidades han establecido una serie de pautas que se deben seguir para contribuir de forma efectiva a la corrección de la asimetría craneal o, al menos, no agravar el problema. Son:
-Examinar concienzudamente la forma del cráneo en cada revisión pediátrica y consultar con él cualquier mínima duda al respecto de la forma de la cabeza del bebé.
-Mantener la postura supina o lateral para el sueño.
-Si el bebé tiene menos de 4 meses y la deformidad es leve se recomienda ponerle a dormir con la cabeza girada alternativamente hacia el lado contrario de aquel que presenta la asimetría.
-Colocar la cabeza del niño alternativamente a los pies y a la cabecera de la cuna.
-Colocarle boca abajo en los periodos de vigilia controlada pues así no es un factor de riesgo para la muerte súbita del bebé. Así se acostumbra a esta posición boca abajo que es en la que el niño hace sus primeros ejercicios físicos importantes y empieza a desarrollar algunas de las capacidades motoras.
-Reducir el tiempo que pasa el recién nacido en sillas, cochecitos o cualquier otro aparato que le permita reposar la cabeza sobre la parte trasera.
-Los niños con tortícolis precisan un tratamiento consistente en estiramientos y masajes del cuello y corrección de la posición de descanso.
-Alternar los brazos al dar de comer tanto si es con biberón como si es dando el pecho.-Aproveche el cambio de pañales para colocar al bebé en una posición que le obligue a girar la cabeza hacia el lado no achatado.
-Cuando lleve al niño en brazos se alternará la cadera sobre el que se le apoya.
-En la medida de lo posible utilice mochilas frontales para trasportar al bebé.
En caso de que el reposicionamiento postural y los ejercicios no sean efectivos se recomienda -previa consulta con el pediatra- colocar al bebé una órtesis que ayude a remodelar su cráneo cuanto antes. El casco se retirará durante los ejercicios de estiramiento y masaje del cuello. Hay que tener en cuanta que:
-en los primeros días puede aumentar la transpiración de la cabeza del bebé por lo que habrá que ampliar las medidas higiénicas. Se puede aliviar cortando el pelo del niño y haciendo agujeros en el casco para que la cabeza transpire.
-aunque las reacciones alérgicas a los materiales de los que están hechos los cascos se dan en raras ocasiones es conveniente examinar la piel del pequeño cada vez que se retire el casco. Si se aprecia alguna zona con irritación y ésta no se ha eliminado después de una hora sin la órtesis quizá sea necesario hacer algún ajuste en el casco.

Déficit de atención con o sin hiperactividad

viernes, 16 de mayo de 2008

“Déficit de atención con y sin hiperactividad” (ADD/ADHD).

Este diagnóstico se realiza generalmente en base a cuestionarios administrados a padres y/o maestros y el tratamiento que se suele indicar es: medicación y modificación conductual.El resultado es que los niños son medicados desde edades muy tempranas, con una medicación que no cura (se les administra de acuerdo a la situación, por ejemplo, para ir a la escuela) y que en muchos casos disimula sintomatología grave la cual hace eclosión a posteriori o encubre deterioros que se profundizan a lo largo de la vida. En otros casos, ejerce una pseudo regulación de la conducta dejando a su vez librado al niño a posteriores impulsiones adolescentes en razón de que no ejerce modificaciones de fondo sobre las motivaciones que podrían regularlas, dado que tanto la medicación como la "modificación conductual" tienden a acallar los síntomas, sin preguntarse qué es lo que los determina ni en qué contexto se dan. Y así, pueden intentar frenar las manifestaciones del niño sin cambiar nada del entorno y sin bucear en el psiquismo del niño, en sus angustias y temores.Es decir, lo primero que se hace es diagnosticarlo de un modo invalidante, con un "déficit" de por vida, luego se lo medica y se intenta modificar su conducta.Así, se rotula, reduciendo la complejidad de la vida psíquica infantil a un paradigma simplificador. En lugar de un psiquismo en estructuración, en crecimiento continuo, en el que el conflicto es fundante y en el que todo efecto es complejo, se supone, exclusivamente, un "déficit" neurológico.Nos hemos encontrado con niños en los que se diagnostica ADD (o ADHD) cuando presentan cuadros psicóticos, otros que están en proceso de duelo o han sufrido cambios sucesivos (adopciones, migraciones, etc.) o es habitual también este diagnóstico en niños que han sido víctimas de episodios de violencia, abuso sexual incluido..

Consenso de Profesionales del área de la salud sobre el llamado ''Transtorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad”

Los abajo firmantes, profesionales de reconocida trayectoria en el campo de la psicología, la psiquiatría, la neurología, la pediatría, la psicopedagogía y la psicomotricidad, queremos hacer llegar al Ministerio de Salud, por consenso, la siguiente solicitud:Asistimos en nuestra época a una multiplicidad de "diagnósticos" psicopatológicos y de terapéuticas que simplifican las determinaciones de los trastornos infantiles y regresan a una concepción reduccionista de las problemáticas psicopatológicas y de su tratamiento. Esta concepción utiliza de modo singularmente inadecuado los notables avances en el terreno de las neurociencias para derivar de allí, ilegítimamente, un biologismo extremo que no da valor alguno a la complejidad de los procesos subjetivos del ser humano. Procediendo de manera sumaria, esquemática y carente de verdadero rigor científico se hacen diagnósticos y hasta se postulan nuevos cuadros a partir de observaciones y de agrupaciones de rasgos arbitrarias, a menudo basadas en nociones antiguas y confusas. Es el caso del llamado síndrome de “Déficit de atención con y sin hiperactividad” (ADD/ADHD).Este diagnóstico se realiza generalmente en base a cuestionarios administrados a padres y/o maestros y el tratamiento que se suele indicar es: medicación y modificación conductual.El resultado es que los niños son medicados desde edades muy tempranas, con una medicación que no cura (se les administra de acuerdo a la situación, por ejemplo, para ir a la escuela) y que en muchos casos disimula sintomatología grave la cual hace eclosión a posteriori o encubre deterioros que se profundizan a lo largo de la vida. En otros casos, ejerce una pseudo regulación de la conducta dejando a su vez librado al niño a posteriores impulsiones adolescentes en razón de que no ejerce modificaciones de fondo sobre las motivaciones que podrían regularlas, dado que tanto la medicación como la "modificación conductual" tienden a acallar los síntomas, sin preguntarse qué es lo que los determina ni en qué contexto se dan. Y así, pueden intentar frenar las manifestaciones del niño sin cambiar nada del entorno y sin bucear en el psiquismo del niño, en sus angustias y temores.Es decir, lo primero que se hace es diagnosticarlo de un modo invalidante, con un "déficit" de por vida, luego se lo medica y se intenta modificar su conducta.Así, se rotula, reduciendo la complejidad de la vida psíquica infantil a un paradigma simplificador. En lugar de un psiquismo en estructuración, en crecimiento continuo, en el que el conflicto es fundante y en el que todo efecto es complejo, se supone, exclusivamente, un "déficit" neurológico.Nos hemos encontrado con niños en los que se diagnostica ADD (o ADHD) cuando presentan cuadros psicóticos, otros que están en proceso de duelo o han sufrido cambios sucesivos (adopciones, migraciones, etc.) o es habitual también este diagnóstico en niños que han sido víctimas de episodios de violencia, abuso sexual incluido..A la vez, los medios de comunicación hablan del tema casi como si se tratara de una suerte de epidemia, divulgando sus características y los modos de detección y tratamiento. Se banaliza así tanto el modo de diagnosticar como el recurso de la medicación. En el límite, cualquier niño, por el mero hecho de ser niño y por tanto inquieto, explorador y movedizo, se vuelve sospechoso de padecer un déficit de atención, aún cuando muchísimos de esos niños exhiben una perfecta capacidad de concentración cuando se trata de algo que les interesa poderosamente.Sabemos que los problemas de aprendizaje suelen ser motivos de consulta muy frecuentes y que complican la vida del niño en tanto lo muestran como fracasado allí donde se expone a la mirada social. El "no atiende en clase", aparece como una queja reiterada de los adultos, que engloban con esa frase gran parte de las dificultades escolares.Hay escuelas primarias en las que la mitad de los alumnos están medicados por ADD sin que se formulen preguntas acerca de las dificultades que presentan los adultos de la escuela para contener, transmitir, educar y acerca del tipo de estimulación a la que están sujetos esos niños dentro y fuera de la escuela. Es decir, se supone que el niño es único actor en el proceso de aprender.Pensamos que los niños que no pueden sostener la atención en relación a los contenidos escolares, que no permanecen sentados en clase o que están abstraídos, como "en otro planeta", expresan a través de estas conductas diferentes conflictivas.En una época en que los adultos están en crisis, este tipo de tratamiento pasa por alto la incidencia del contexto, a pesar de las investigaciones que demuestran la importancia del ámbito en el que el niño se desenvuelve.En tanto el ser humano es efecto de una historia y un entorno, imposible de ser pensado en forma aislada, tenemos que pensar también en qué situaciones, en qué momento y con quiénes se da este funcionamiento. La familia, fundamentalmente, pero también la escuela, son instituciones que inciden en esa constitución. Instituciones marcadas a su vez por la sociedad a la que pertenecen.¿Los niños desatentos e hiperactivos dan cuenta de algo de lo que ocurre en nuestros días? Padres desbordados, padres deprimidos, docentes que quedan superados por las exigencias, un medio en el que la palabra ha ido perdiendo valor y normas que suelen ser confusas... ¿incidirán en la dificultad para atender en clase?Tampoco se ha tomado en cuenta la gran contradicción que se genera entre los estímulos de tiempos breves y rápidos a los que los niños se van habituando desde temprano con la TV y la computadora, donde los mensajes suelen durar unos pocos segundos, con predominio de lo visual y los tiempos largos de la enseñanza escolar centrada en la lectura y la escritura a los que el niño no está para nada habituado.Por todo esto es totalmente inadecuado desde el punto de vista de la salud pública unificar en un diagnóstico, sin una investigación clínica pormenorizada, a todos los niños desatentos e inquietos.Así, en las escuelas hay niños desatentos que se quedan quietos y desconectados, otros que se mueven permanentemente, algunos que juegan en clase, otros que reaccionan inmediatamente a cada estímulo sin darse tiempo a pensar... Un niño que no atiende, que se mueve desordenadamente, generalmente atiende de otro modo y a otras cuestiones diferentes a lo esperable. Y no puede ser englobado en una entidad nosográfica única.No desconocemos la importancia de los trastornos neurológicos, de los desarrollos actuales en neurología y del recurso de la medicación como privilegiado en ciertas patologías. Pero consideramos que en este caso se atribuye a un déficit neurológico no comprobable problemas muy diferentes.Hay consenso en la comunidad científica que lo que se denomina ADD/ADHD refleja situaciones complejas, ligadas a diferentes patologías. Sin embargo, esto suele no ser tomado en cuenta.Pensamos entonces que se agrupan con ese nombre múltiples expresiones del sufrimiento infantil que merecen ser consideradas en su singularidad y tratadas teniendo en cuenta su multideterminación.Es decir, la diferencia se da entre pensar que: a) una manifestación implica un cuadro psicopatológico y una causa orgánica y que de ahí se deriva un tratamiento o que: b) una manifestación puede ser efecto de múltiples y complejas causas y que hay que descubrir cuáles son y por consiguiente, cuál es el tratamiento más adecuado.También, hay oposición entre la idea de que el diagnóstico puede ser hecho por padres y/o maestros, a partir de cuestionarios (como si fueran observadores no implicados) y el sostener que todo observador está comprometido en lo que observa, forma parte de la observación y que los padres y los maestros están absolutamente implicados en la problemática del niño, por lo que no pueden ser nunca "objetivos". (Ya a comienzos del siglo XX el físico Heisenberg planteó que el observador forma parte del sistema). A la vez el cuestionario utilizado habitualmente está cargado de términos vagos e imprecisos (por ejemplo, lo que es “inquieto” para alguien puede no serlo para otro). Esto último lleva a pensar que es imposible realizar un diagnóstico de un modo rápido y sin tener en cuenta la producción del niño en las entrevistas.Desde nuestra perspectiva, nos encontramos con un niño que sufre, que presenta dificultades, que esas dificultades obstaculizan el aprendizaje y que debemos investigar lo que le ocurre para poder ayudarlo.Es importante también destacar que muchas veces lo que se considera no es tanto este sufrimiento sino la perturbación que la conducta del niño causa en el medio ambiente, por lo cual la medicación funciona como un intento de aplacar a un niño que se "porta mal".Aún cuando los medios científicos hablan de las contraindicaciones de las diferentes medicaciones que se utilizan en estos casos, llama la atención la insistencia con la que los medios propagandizan el consumo de medicación como indicación terapéutica privilegiada frente a la aparición de estas manifestaciones.Todas las drogas que se utilizan en el tratamiento de los niños que presentan dificultades para concentrarse o que se mueven más de lo que el medio tolera, tienen contraindicaciones y efectos secundarios importantes, como el incremento de la sintomatología en el caso de los niños psicóticos, así como consecuencias tales como retardo del crecimiento.En diferentes trabajos, con respecto al metilfenidato, se plantea que:- No se puede administrar a niños menores de seis años.- Se desaconseja en caso de niños con tics (Síndrome de Gilles de la Tourette).- Es riesgoso en caso de niños psicóticos, porque incrementa la sintomatología.- Deriva con el tiempo en retardo del crecimiento.- Puede provocar insomnio y anorexia.- Puede bajar el umbral convulsivo en pacientes con historia de convulsiones o con EEG anormal sin ataques.Con respecto a las anfetaminas en general, éstas han sido prohibidas en algunos países (como en Canadá), además de ser conocida la potencialidad adictiva de las mismas.Con respecto a la atomoxetina, se ha llegado a la conclusión de que produce (en forma estadísticamente significativa):- Aumento de la frecuencia cardíaca- Pérdida de peso, pudiendo derivar en retardo del crecimiento- Síndromes gripales.- No hay seguimiento a largo plazo.También nos preguntamos, ¿la medicación dada para producir efectos de modo inmediato (efectos que se dan en forma mágica, sin elaboración por parte del sujeto), como necesaria durante largo tiempo, no desencadena adicción psíquica al ubicar una pastilla como modificadora de actitudes vitales, como generadora de un "buen desempeño"?.Frente al avance de la difusión de este "síndrome" y la posibilidad de inclusión de la medicación en el PMO, teniendo en cuenta todo lo anteriormente expresado, los abajo firmantes, proponemos:- Que la evaluación de cada niño sea realizada por profesionales expertos en la temática y que se le otorgue la posibilidad de ser tratado de acuerdo a las dificultades específicas que presenta.- Que la medicación sea el recurso último (y no el primero) y que sea consensuada por diferentes profesionales.- Que se tome en cuenta el contexto del niño en la evaluación. La familia, pero también el grupo social al que el niño pertenece y la sociedad en su conjunto, pueden facilitar o favorecer funcionamientos disruptivos, dificultades para concentrarse o un despliegue motriz sin metas.- Que se acote en los medios la difusión masiva de la existencia del trastorno por déficit atencional (cuando es un trastorno sobre el que no hay acuerdo entre los profesionales) y, sobre todo, el consumo de la medicación como solución mágica frente a las dificultades escolares.

Niños estresados: aumentan los transtornos de ansiedad

miércoles, 14 de mayo de 2008

Los trastornos de ansiedad han aumentado hasta el 8% en la población infantil y afectan a uno de cada cinco adolescentes. Pasar más tiempo con ellos es la mejor terapia

La voz de Cádiz

Lo que para cualquier adulto supone una semana de baja, para muchos niños no significa ningún respiro. No importa que tengan fiebre, les duela la tripa o ya no puedan con su alma. Se les deja en el centro escolar como si tal cosa. Su programa diario de tareas es apretadísimo. Y, encima, sus padres nunca tienen tiempo para jugar con ellos en el parque. ¿Cómo no van a estar estresados!», clama el pediatra Jesús Rodríguez, miembro de la Academia de Ciencias Médicas.Desde hace cinco años, este especialista aprecia un aumento «significativo» de los críos que llegan a su consulta alterados «como motos»: van de un lado a otro, lo toquetean todo, se le suben a la mesa y acaban rozando «la mala educación» Nada que ver con aquellos niños de antes que se le quedaban mirando boquiabiertos, «con los ojitos enganchados a cualquier gesto, a un bolígrafo, el estetoscopio...».La Sociedad Española de Estudios de Ansiedad y Estrés (SEAS) reconoce que existen «muy pocos» estudios sobre el estrés infantil. «No hay más que recordar que en los años setenta aún se negaba que pudieran tener depresión y hasta los ochenta no se habló del exceso de presión que también pueden llegar a sufrir», precisa Antonio Cano, presidente de SEAS.A falta de cifras fiables sobre el estrés, sí se sabe con exactitud que los trastornos de ansiedad -causados por inquietudes o preocupaciones desproporcionadas- han aumentado en la población infantil hasta rozar el 8% y en los adolescentes se disparan hasta el 20%.

Más expuestos
Una progresión comprensible, según María Jesús Mardomingo, presidenta de la Sociedad de Psiquiatría Infanto-Juvenil y jefa de la sección de Psiquiatría Infantil del Hospital Gregorio Marañón de Madrid: «Ciertamente, la vida cada vez es más compleja para todos, y los niños no son una excepción», expone. «Están más expuestos a circunstancias que producen temor y, como consecuencia, los casos de ansiedad (fobia escolar, miedo a verse separado de los padres, pavor social, obsesiones compulsivas...) se han incrementado. Antes, los chiquillos estaban más protegidos, tenían más tranquilidad».Una de la causas fundamentales que han desatado estas dolencias es la ausencia prolongada de los padres. «Muchos psiquiatras, pedagogos y pediatras coincidimos en la importancia que tiene la presencia en casa de uno de los dos, a partir de las cinco de la tarde», señala Mardomingo, autora de Psiquiatría para padres y educadores, Ciencia y Arte (ed. Narcea). «Se trata de una figura insustituible que transmite seguridad, confianza y apoyo emocional simplemente dejándose ver».Aunque tampoco se le escapa que, muchas veces, las actividades extraescolares recortan de forma drástica las horas que pueden compartir padres e hijos. «Sí, sí, hay muchos críos que vuelven a casa a las nueve de la noche... algo que no es negativo en principio. Todo depende de cómo se sientan, de si están a gusto y se encuentran con alguien cuando regresan. No podemos generalizar», puntualiza.Está claro que los tiempos han cambiado, los ritmos también y, al final, no son pocos los chavales que acaban revolucionados. El estrés se les mete en el cuerpo porque tienen que ponerse en guardia ante el bombardeo de estímulos que les lanza la sociedad. Terremotos, huracanes y mujeres maltratadas expuestos a través de los medios de comunicación, los atascos de primera hora, las prisas, las clases de piano e inglés, los exámenes, muchos videojuegos y pocos amigos... son parte de la película que cada día pasa, a toda velocidad, por delante de los ojos de muchos pequeños de hoy en día.«Algunos meten todo en el mismo saco. Se creen que todo sucede al margen de ellos. Se dejan llevar y traer. Hasta que llega el día en que sus padres, muy preocupados, vienen con el niño a la consulta porque notan que le falta motivación, tiene problemas, no habla... Entonces el chaval te suplica: <¿Diles que me quiten de las clases de violín!>, describe la psicóloga Isabel Carrasco, afincada en Madrid y con amplia experiencia en el área infantil. Y es que los niños de ahora pueden tener opiniones formadas sobre realidades insólitas para su edad hace veinte años, como el matrimonio homosexual, pero «no saben cómo defender su posición, cómo expresar sus verdaderos intereses ante el resto».
Pequeños tiranos
Otros, por el contrario, se hacen notar demasiado; son tiranos que hacen de sus caprichos la ley soberana del hogar. Sobre estos últimos planea la mala conciencia de los padres, que no se atreven a contravenir su voluntad: «Pasan poco tiempo con él y para compensar, quieren ser sus amigos a toda costa. Grave error. Hay que imponer a los hijos unas pautas de conducta. Eso les da seguridad y evita que luego sean individuos extremadamente vulnerables ante la frustración», explica la experta vasca. La indisciplina de algunos de estos chavales saca de quicio a profesionales vinculados con la enseñanza, como Gerardo Aguado, psicólogo, doctor en Ciencias de la Educación y orientador del Colegio de Maristas de Pamplona. «La educación no está de moda, hay que evitar a toda costa que los niños se traumen... ¿Incluso se rechaza el ejercicio legítimo de la autoridad! ¿Qué ocurre entonces? Los chicos se desorientan, no aprenden a controlarse, se burlan de las normas y terminan con la autoestima por los suelos. Y es que sin orden no hay libertad que valga. Si no se tiene claro qué se puede hacer y qué no, no se sabe qué hacer con la vida que les ha tocado vivir...».En su opinión, se ha perdido el sentido de la medida. «Se patologiza a los chavales en exceso, enseguida se les tiene por enfermos nos hemos ido al otro extremo, a la más pura ñoñería». De ahí que Aguado abogue por reducir el fenómeno a sus justos términos: «El estrés malsano es minoritario. Me refiero a ése que raya con la angustia y provoca reacciones improductivas, actitudes que repercuten negativamente en el rendimiento estudiantil, como los ataques de pánico... Por lo demás, es lógico que el niño se estrese durante el año escolar. Lo contrario sería anormal. Ahora bien, quienes de verdad están estresados -por lo que les pasa o deja de pasar a los críos- ¿son los padres!».La preocupación de los progenitores resulta contraproducente, porque «las angustias y el estrés se contagian», advierte Javier de las Heras, autor de 'La sociedad neurótica de nuestro tiempo'. Si se convive con alguien que se retuerce las manos o pierde los papeles al menor contratiempo, basta que haya cierta predisposición genética para que se desencadene un cuadro de ansiedad. Y ese estado de temor indefinido se recrudece «en un mundo tan desinhibido y agresivo como el nuestro que te exige, cada dos por tres, ser el rey del mambo», alerta María Jesús Mardomingo.¿Cómo fortalecer el carácter de los niños? No hay fórmulas mágicas, pero sí tres pautas que pueden servir para despejar el camino de los más pequeños: «Hay que transmitirles serenidad, enseñarles a disfrutar de los detalles, las pequeñas cosas del día a día, y, sobre todo, inculcarles la certeza de que son protagonistas de sus vidas, de que lo que hacen tiene consecuencias, que son responsables de sus actos y no las marionetas de nadie...».Así, por muy enloquecedora que sea la vorágine cotidiana, nunca perderán el norte. «¿Que cuál es el norte?», se pregunta Mardomingo. «Pues, hombre, luchar por ser feliz, ser activos y tener ilusiones».